Sinopsis
Orihime inue es una chica humilde cuya familia es propietaria de una tintorería. Un día mientras realiza una entrega para un estudiante de la prestigiosa Escuela Superior karakura, (escuela para ricos). Ella se percata que el chico iba a s...
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Ya estaba! Ya la habían atrapado. Y si siquiera había llegado a la puerta. Y encima tuvo que ser él!
Apretó la baranda al sentir sus pasos acercarse a ella y cerró sus ojos.
Por favor! Por favor! Que siga que siga!
Y eso fue exactamente lo que hizo; pasó por su lado, sin decir nada, sin hacer ningún movimiento provocando que esta abriera los ojos y le viera descender la escalera.
-Si quieres irte, puedes hacerlo. Nadie va a retenerte-
Con su pecho al desnudo y unos pantalones cómodos, se dirigió a otra sala, ignorándola. Mientras inoue, asombrada pero volviendo a sus sentidos, terminó de bajar la escalera, lentamente, observando y esperando que ulquiorra se adentrara en la otra sala. Cuando desapareció, cayó al suelo de rodillas, respirando aliviada y quitando toda esa tensión.
No es tiempo de victorias orihime, tienes que salir de aquí.
Se alzó del suelo y siguió caminando por la poca iluminada casa, todavía con el corazón acelerado. Buscó a los sirvientes por sus habitaciones, la cocina...pero no había nadie en esa casa.
Porque tienen que irse todos a dormir!
Pues se iría. Aunque fuera en pijama, saldría de esa casa, tan seguro como que se llamaba inoue orihime.
-Todavía aquí- ella se tensó de nuevo al escuchar esa voz y cerró sus ojos.
Porque? Porque siempre él?
Y cerrando sus manos en puños, siguió buscando una salida, a una persona, una habitación, le daba igual lo que fuera, mientras la mantuviera alejada de ulquiorra y su mirada.
-Lo mínimo que podrías hacer es agradecerme- inoue se detuvo - si no fuera por mí, todavía seguirías en el suelo del instituto muriéndote de frío-
Ella apretó sus puños.
-Nadie te pidió que lo hicieras- respondió intentando sonar dura
-Es cierto. Podía haberte dejado tirada.-se dirigió a ella, sonando desinteresado -pero caíste prácticamente sobre mí. Y por supuesto, mi familia me enseñó a no dejar nunca a una dama en apuros-
-Debo tomarme eso como un halago?-
-Tómatelo como quieras-dijo rudo pasando por su lado-pero la próxima vez, evitar caer sobre mí. Es molesto-