Prólogo

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Unas suaves telas se deslizan sobre mi mano, siendo protegidas con mi calidez.
Nunca en mi vida había estado tan apasionada por algo como mi trabajo.
A mis veintisiete años, seguía teniendo el mismo trabajo que cuando tenía veinticuatro y eso para mi era algo que no podía describir con palabras, porque por más que quisiera evitar mi felicidad, por fin tenía un sitio en el que resguardarme.

Las demás siempre sonreian, pero esa era la única cosa que yo no podía proporcionarle al mundo en estos momentos. Según Jennie, algún día aprendería a hacerlo.

No pude nunca prometerte nada, Jennie.

—Jisoo, han traido algo para tí. — Ambas nos dimos la vuelta y yo miré a Jimin, el cuál siempre traía la correspondencia.

—¿Hay algo para mí hoy, Jimin?

—Lo siento, señorita Lisa, pero lo único que tengo para usted es un mensaje de su marido, quiere que a la hora de comer le espere en la puerta de la compañía.

Asentí casi sin pensar que eras tú el que me lo pedía. ¿Por qué cada vez que tu nombre era pronunciado sonaba tan aterrador?
¿Lo habias provocado tú?

—Dale, dale las gracias— mi voz en un hilo dejaba que la conversación muriera casi al instante.

Podía pensar en tí durante horas, Jungkook, siempre serías mi marido, pero el amor que te profesaba se acabó hace muchos años.
¿Por qué siempre parecías estar enfadado conmigo?
Tus ojos me hacían creer fantasías que nunca se harían verdad. Tu pelo me recordaba a los abrazos que nos dabamos cuando aún eramos jovenes, y tus besos seguían vivos en mi memoria, como si hubiera sido la primera vez.
¿Por qué tu parecías no recordarlo?

—¿Iras con Jungkook, Lisa?

Mi cabeza giró hacia Jennie, la chica que nunca te cayó bien.

—Pues claro, es mi marido, debo ir.

El dolor que traspasaba desde mi corazón hacia mi boca era sin duda más notable de lo que nunca había sido y es que por mucho que ya no  te quisiera, seguiamos estando en 1924. Ni siquiera mis padres estarían de mi lado si quisiera dejarte, Jungkook, eso es lo único que me mantiene a tu lado, sin contar otro pequeño detalle.

—Es una pena, ibamos a ir todas al bar de enfrente, diviertete igualmente.

Eso no fue lo que pasó.
Cuando quedamos tu cara era diferente, estaba refrescada, pero sabía que no era por mi. Nunca lo era, pero me negaba a creer que podrias estar viendo a otra persona, porque tú me lo prohibías a mi. No sería justo, ¿verdad? Quizás después de todo mi mente me jugara malas pasadas pensando cosas absurdas sobre las que tenias todo el derecho a enfadarte.
Pasé toda la comida a tu lado y luego nos fuimos a casa, me sonreiste por primera vez en mucho tiempo y me dijiste que todo estaba bien cuando mi niña llegó a casa y vino directa a tus brazos y después a los mios.
Esa es mi otra razón.
Con tan solo siete años, rubia y con unos ojos color avellana, esperaba que mi hija creciera feliz y sin pesadillas, por eso nunca te he negado nada, Jungkook. Por eso y porque no quiero decepcionarte, porque cuando prometí ser una esposa leal y amarte lo dije de verdad, pero ya no puedo seguir haciendolo.

Cada vez que me tocas, una sensación de miedo recorre mi cuerpo como si fueras el viento que roza mi piel, porque hace mucho que tu presencia me hace titubear y no soporto el hecho de que nunca me hayas querido.
¿A que sí?

Solo necesito que lo digas, porque tarde o temprano mi decepción se convertirá en pesadilla, y el día que no pueda dormir por tus excusas, ese día sabré que yo algún día te amé de verdad.

11:11 [LISKOOK] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora