I. Mi vida va de mal en peor

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Tuvo otra vez ese extraño sueño, uno que se había repetido incansables veces en su mente: Sangre corriendo por su espalda, un dolor tan agudo que la dejaba inmóvil y un bosque, todo oscuro, la luna apenas visible... Risas, había risas, había gente.

Despertó de golpe, sobresaltándose de su asiento en el bus del colegio (Que era más bien un metro bus pintado con cosas del colegio). Su sueño había acabado en el momento oportuno, apenas estaban entrando, pero no consideraba que quedarse dormida allí fuese algo bueno. Y no sabía si confiar en la chica de al lado, Cheryl, para que la despertara. Su mejor amiga era bastante despistada en ciertas cosas, o más bien despreocupada. Bajó del bus evitando el tropezar, comenzando a pensar en un montón de estúpidas situaciones que desearía que pasaran, pero sabía que no era posible.

Llegó a la sala, se sentó y apoyó la cabeza en la mesa, recordando ese sueño donde tenía unas hermosas alas blancas y no sabía volar, de alguna manera quería asociarlo al sueño reciente pero no podía, "aburrido". Mientras tanto, Neon y Allek no dejaban de hablar, eso molestaba a Anika, perdía la concentración de sus idioteces.

En medio de su caminata de vuelta al bus del colegio, pasando por un bosque pequeño, un señor toco su hombro, como para llamar su atención, lo miró serio. Vestía elegante, como victoriano, sombrero con orejas... ¿De conejo? Tan raro. Seriamente pensó que se volvía loca.

–Ten cuidado, no todos los deseos son buenos, y aunque lo sean tendrás que pagar por ellos, si no, morirás –Avanzó rápido para llegar hasta la esquina y desaparecer.

–¿Que...? Pero qué diablos...

✾☠✾

Al día siguiente se había fugado de clases, Anika se sentía más vacía y extraña de lo normal, se pasó otro día en cama fingiendo estar enferma. Comenzó a ver borroso, una carta negra estaba frente a ella, pero el sueño le gano y no logro recogerla.

–Ah...Duele...– toco su espalda y lanzó un grito ahogado.

Tenía unos huesos en su espalda que le habían hecho unas grandes heridas, era como si se hubiera cortado unas alas. La carta negra seguía frente a ella, la recogió como pudo,

"Busca al Conejo, es tu primera misión. Tienes una semana"

No entendió nada, pero el miedo la invadió y salió corriendo a buscar a ese hombre.

Llego al lugar donde había visto a ese señor por primera vez, pero no pudo esperar más, se tiró al suelo, había perdido demasiada sangre por las heridas en su espalda.

–Era él, ¿No? Tengo que encontrarlo...– Miró hacia arriba– Espero esto sea suerte...

Cerro los ojos y cayo, sin poder decir nada más, mientras la miraban como estúpida.

Deseos de Muerte [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora