VIII. Otra vez

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Mientras el agua caliente caía sobre ella, buscaba una respuesta en su cabeza sobre lo que estaba pasando, una explicación, Pero ¿cómo conseguía una explicación ella misma si no sabía nada? Sin embargo, tenía tantas cosas que descifrar, la persona que las observaba a ella y al Conejo (Al que le tenía pendiente una visita), las notas escritas entre Ethan y Zaid, las fotos que tenía el Conejo, la muerte de su hermana, quién era el Conejo y de que se trataba este juego. Sorprendentemente se dio cuenta de que las cosas se alternaban entre el Conejo y algo aparte. Odiaba esto con su vida, no soportaba no saber las cosas y no poder hacer nada para averiguarlo. Se sentía casi tan inútil como la chica que decía que los salvaría a todos y no lo lograba. Casi.

Estaba empezando a llevar la pistola a todos lados, sólo por precaución y acostumbrarse, el tener un arma la hacía sentir segura, pero de alguna manera se sentía... Malvada.

Apenas salió del agua, se vistió, con unos jeans, polera sin mangas a rayas verticales y calzado deportivo. Estrujo su cabello pelirrojo y bajo corriendo las escaleras, evitando pensar en la inútil mochila que dejaba atrás y acostumbraba a llevar. Se acomodó bien la pistola en la parte trasera del pantalón y abrió la puerta principal, encontrándose de bruces con el Conejo, y por alguna extraña razón no se sentía con ánimos de hablar con él, a pesar de que iba a verlo. Pasó de largo, como si no lo hubiese visto, pero inevitablemente tomo su brazo para detenerla. Anika también comenzaba a cansarse de eso. Lo miró molesta y él sonrió.

–¿Qué quieres?

–¿Recuerdas los dragones?

Se sorprendió con la pregunta, pensó que diría algo sobre lo de hace unos días, pero va y sale con los dragones. Realmente se enteraba de todo.

–Si.

–Los están matando, y te quieren usar para eso.

–¿Qué? –Preguntó sorprendida –No lo haré.

–Sabes que si no lo haces morirás.

–Bueno, tenemos que detener esto antes de que eso pase, ¿No? –Él la miró como si acabase de decir algo extremadamente ridículo –O... Tal vez sería lo mejor, estoy causando muertes y daños sólo por sobrevivir yo, ¿No crees?

Sonrió dolida recordando tantos momentos difíciles y depresivos por los que pasó sola. Pero sorpresivamente en los que estuvo acompañada le dolían más. Se estremeció un poco.

–Por Dios Anika, no digas esas cosas. –Dijo primero con tono de reproche –Niña tonta...

Pensaba responder con un "Sólo digo la verdad" pero vista la situación prefirió callar. El Conejo ya no parecía interesado en la conversación y simplemente dio media vuelta para largarse, se fue caminando, como la persona normal que no es. Ella simplemente retrocedió hasta chocar con la puerta, volteando y entrando. Rápidamente notó lo que antes no; no había absolutamente nadie. Miró su celular, verificando sus temores. Era lunes, ¡lunes! Tendría que correr a clases, con la hora que era si tenía suerte llegaría a almorzar. ¿Por qué no la despertaron? Subió y se puso rápidamente la ropa del colegio, acomodando la pistola bajo la falda, ordeno su casi abandonada mochila y salió corriendo.

✾☠✾

Cheryl estaba parada en la reja del colegio, mirando hacia afuera, haciendo puchero. Extremadamente tierna. Anika se aproximó y le dio un suave golpe en la frente, luego abrió la puerta y entró junto a ella.

–Anika, me abandonaste.

–No es mi culpa, nadie me despertó.

–Primero, deberías despertarte sola, floja. Y segundo, Dago dijo que no querías venir.

Deseos de Muerte [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora