Capítulo 1

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Oigo un grito en mi cabeza, un grito de sufrimiento. Noto como una lagrima se me cae por mi mejilla, ese grito era de alguien sufriendo... y estaba en mi cabeza.

Me miro al espejo no es la primera vez que me pasa, es como si en mi cabeza se enviaran todos los gritos de las personas que sufren. 

Veo que al final no ha sido solo una simple lagrima, tengo los ojos hinchados y rojos. Este grito... era diferente, como si lo sintiera también en mi corazón, es raro.

Una vez se lo dije a mi madre lo que me pasaba pues tenía ocho años y oír esos gritos me rompían por dentro, ella me dijo que serían imaginaciones mías, pero yo le insistí e insistí hasta que su solución fue llevarme al psicólogo.

Era una chica de unos 30 años, rubia, bajita y con un poco de sobrepeso, a mí me llamaba la atención su lunar encima de la ceja, ella era mi psicóloga. Bueno, lo fue durante 2 meses, después quiso dejar mi caso pues no veía posible lo que decía, y pues me mando al psiquiatra para que me mandara pastillas.

No quise ir, ¿acaso estoy loca? No, me negaba. Me había adaptado yo sola a vivir con ellos y aunque a veces era duro, los soportaba, nunca llegue a entender porque me pasaba esto, pero siempre me decía a mí misma que era especial.

Mi madre me insistía para que fuera al psiquiatra y al final tuve que mentirle y decirle, que se me había ido, que la psicóloga me lo había quitado, casualmente se lo creyó y estas noticias no tardaron ni dos segundos en llegar a oídos de la especialista, la cual se sintió tan orgullosa que se imprimió una foto conmigo y se la puso en su despacho, increíble, ¿no? El ser humano puede llegar a ser de lo más egoísta.

En mi familia ya no se volvía a tocar el tema, no querían romper su vida perfecta por pensar que su hija estaba loca, así que yo tampoco quise sacarlo ni volver a decirlo,

Mi padre siempre me había apoyado en todo, no era como mi madre que, aunque sabía que me quería era más estricta y más distante conmigo, se llevaba mejor con mi hermana Rebeca, era parecida a ella. Yo en cambio era más parecida a mi padre, siempre tenía una sonrisa en la cara por muy mal que fueran las cosas y me encanta conocer gente nueva, me acuerdo que mi padre iba conmigo a campings con más gente, y allí hacíamos amigos de todas las nacionalidades, eran días perfectos. Hasta que, mi padre tuvo un accidente de tráfico, con su moto, esa que cuidaba como si fuera una hija más.

A mi madre le costó afrontar esto, yo tenía 7 años y mi hermana 4, fue duro. Pero lo afronto, y llevó a su familia adelante la cual seguía siendo perfecta como si no faltara ningún miembro. 

¿Me escuchas, princesa?Where stories live. Discover now