Tic tic tic
- ¿Qué diablos?
Ese ruido procedía de mi ventana, así que me asomo y veo a mi mejor amigo. Es un chico el cual parecía un modelo de Milán, es guapísimo, con una mandíbula muy marcada, unos ojos azules que parecía que mirabas al mar, un pelo rizado de color marrón y una sonrisa con unos dientes super blancos.
Abro la ventana, y no puedo evitar sonreír.
- ¿Qué haces, tonto? Como te pille mi madre nos mata a los dos.
- Quería verte, llevas desaparecida un par de días y no me contentas a los mensajes. ¿Puedo subir?
- ¿Subir? – no puedo procesar la palabra pues sube por las piedras de mi pared y se mete en mi habitación, como si no costara.
- Bueno cuéntame, que te pasa
- Madre mía has subido como si fuera esto una película americana – él se ríe ante mi frase – a ver no me pasa nada, solo que...
- Te dije que no te rallaras por ese chico, no te merece, Lai.
En verdad, ese grito era lo que me había hecho estar ausente, me dolía todo el cuerpo y me sentía vacía por dentro. Pero no quería asustar a mi amigo, así que opte por mentirle.
- Si... hum a ver es que pensé que le gustaba y bueno pues me dolió el pensar que me había usado – esto en parte no era mentira, pero ya habían pasado dos meses y lo tenía más que superado.
- Laila Pérez Navarro! Tu a mí no me mientes – mierda, se me había olvidado que nos conocíamos desde que teníamos uso de razón – cuéntame la verdad o habrá consecuencias.
- ¿Consecuencias? ¿Qué tipo de consecuencias?
Entonces se abalanza sobre mi y empieza a hacerme cosquillas por todo mi cuerpo, no puedo evitar caer sobre la cama y él encima mío.
No puedo parar de reírme, sabe que ese es mi punto débil.
- Vale, vale, para para, te lo cuento – él para de hacerme cosquillas y me mira a los ojos – he vuelto a oír un grito, pero este era diferente – se me cae una lagrima.
Joder, no me gusta llorar delante de las personas, me siento tan impotente pero es que no lo puedo evitar, el solo recordar ese grito me hace querer llorar y no poder parar.
Me la quito con la mano rápidamente para que no se de cuenta, pero al parecer si se ha dado y me da un abrazo. Al principio al no esperármelo no se lo devuelvo, pero al reaccionar se lo devuelvo rápidamente, son unos de esos abrazos de los que no quieres desprenderte nunca, de una de las personas que mas quiero en este mundo.
Siempre me ha entendido con este tema, nunca me ha juzgado ni me ha mirado como si estuviera loca. La primera ve que se lo conté, cuando los dos teníamos 10 años, me miro con atención, sin interrumpirme ni una sola vez, y al terminar me dio un beso y me dijo:
- Siempre que oigas uno, me lo cuentas que yo te abrazare muy muy fuerte.
Y lo había cumplido todas las veces, sin importar con quien estuviéramos ni como estuviéramos.
Me miro a los ojos otra vez, estábamos cara a cara, y no pude evitar mirar su lunar encima del labio superior, le daba mucha personalidad a su cara, después le miré sus ojos azules y sonreí, y él me acompaño con un beso en la frente.
Lo quería como un hermano, nunca había sentido nada más, y mis amigas decían que estaba loca pues casi todas las chicas del instituto estaban coladas por él, pero es que yo lo veía como mi hermano mayor y no podría verlo de otra forma.
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¿Me escuchas, princesa?
Teen FictionUna adolescente de dieciséis años, empieza su verano con muchísimas emociones y algo raro... escucha un grito en su cabeza de alguien sufriendo que le deja sin aliento. Y aunque no se lo podrá quitar de la cabeza, no le impedirá pasar un verano inol...