09; Automóvil

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Las gotas cristalinas que emanaban de sus lagrimales y resbalaban por sus rojizas mejillas habían permanecido presentes casi toda la noche. Había algo en el interior de Hyunjin que dolía, demasiado.

Los ojos de Seungmin se veían cada vez más apagados y tristes. ¿Acaso él era el culpable de extinguir tanta hermosura en ellos? El pelinegro se sentía sumamente inútil e impotente.

Hyunjin sintió una puntada en su corazón, si él era el causante de ello, no se lo perdonaría en absoluto.

—Hyunjin...

La mirada del pelinegro se encontraba pérdida, su mente divagando en un sinfín de cosas, creando un dolor mayor en su hecho con cada segundo transcurrido.

—Hey, ¿Hyunjin?

Sus ojos empezaron a volverse cristalinos. Deseaba llorar de nuevo, y ya siquiera entendía la razón real. Simplemente deseaba hacerlo.

— ¡HYUNJIN!

El pelinegro abrió los ojos lo más que pudo, saliendo de ese trance y encontrándose con la mirada preocupada y alterada del castaño. No supo en qué momento entró a la recepción, mucho menos cuánto tiempo estuvo sumergido en sus pensamientos.

— ¿Por qué lloras? ¿Estás bien? — le lenguaje corporal de Seungmin denotaba lo mucho que le preocupaba verle de esa manera, incluso caminó al otro lado de la recepción para poder tomar al mayor entre sus brazos y acariciar su espalda y cabeza con cariño.

Hyunjin parpadeo ante esas acciones, sintiendo a calidez del cuerpo ajeno y, por un momento, olvidando todo lo que le atormentaba. Podría vivir una eternidad entre esos brazos, sentir ese aliento a menta emanando de los labios del menor, escuchar tan cerca el latir de su corazón.

—Estoy bien, Seungminnie. Estaba recordando una película muy triste que vi ayer. — Mintió. No se veía lo suficientemente fuerte como para admitir la razón de sus preocupaciones.

—Me asustaste... — el castaño corto el tacto contra el cuerpo ajeno, permitiéndole a Hyunjin poder notar ese leve sonrojo en sus mejillas.

El pelinegro contuvo el aire unos segundos al verlo. ¿Acaso existía una persona más hermosa que Seungmin?

—Estoy bien, Seungminnie~ — el mayor mostró una amplia sonrisa, haciendo sus ojos desaparecer y logrando calmar al castaño. — ¿Qué has traído hoy?

El castaño pestañeo, al mismo tiempo que formaba una "o" con sus labios. Por un momento olvidó la razón de encontrarse en ese lugar. Con torpeza busco entre los bolsillos de su pantalón hasta dar con la fotografía que había guardado en uno de ellos.

El trozo de papel estaba completamente arrugado, como si lo hubiese hecho una bola y luego lo haya extendido. El sonrojo, ahora avergonzado, de Seungmin se hizo mucho más prominente, ganándose una estruendosa risa por parte del pelinegro.

El mayor intento quitar la mayoría de arrugas en la fotografía, finalmente fijándose en el auto relativamente moderno, de color gris oscuro y con los vidrios polarizados. Apenas y podían distinguirse detalles especiales, por la que la búsqueda tendría que ser más minuciosa.

—Vamos~ — Hyunjin busco la llave que les llevaría al nivel de automoviles. Y sin más, ambos realizaron a la rutina de ir al ascensor y esperar.

A diferencia que en esta ocasión, el silencio no fue incómodo.

Al momento que las puertas se abrieron, se encontraron en una especie de estacionamiento, sumamente enorme. Siquiera tenía concordancia de tamaño a comparación de los otros niveles que habían visitado antes. Asemejaba al estacionamiento de un enorme centro comercial.

Fue de esa manera que la exhaustiva búsqueda del automóvil inició, sin saber exactamente por dónde empezar. Seungmin sabía de ciertos detalles característicos del vehículo, por lo que al encontrar uno similar, el castaño debía inspeccionar cada rincón verificar si ese era el correcto o no.

Por más que Hyunjin buscaba algún tema de conversación para hacer el momento más ameno, conforme los minutos transcurrían, el ambiente entre ambos se mostraba tenso. Y no era nadie más que el castaño quien parecía estar emanando un tipo de "aura negativa", como Hyunjin lo definiría.

Sus pequeños ojos se mostraban de la manera más oscura y sin vida que alguna vez vio en él. El pelinegro podía deducir ira, dolor, arrepentimiento, y nada de vida en ellos. Podía ver su sufrimiento y frustración.

—Ya debo irme.

Hyunjin se encontraba con la mirada del menor, sintiendo un escalofrió recorrer su espalda.

—Seungmin...

El castaño le observaba de una manera tan fría, que lograba congelar su cuerpo entero. Y de una manera tan filosa que sentía su corazón ser mutilado por una navaja.

Seungmin dio media vuelta, dirigiéndose hasta el ascensor, no dejándole más alternativa al pelinegro que seguirle, y resignarse, una vez más, a no encontrar lo que el menor buscaba con desespero.

El incómodo silencio había vuelto, muchísimo peor que antes.

—No es tu culpa...

El menor habló, con su mirada perdida sobre la puerta de la recepción, haciendo a Hyunjin sobresaltarse un poco. Incluso su voz sonaba carente de vida.

—No, es mi culpa...

— ¿Seung-

—Él tiene la culpa.

El castaño empuño ambas manos, dejando que sus nudillos se volvieran blancos y sus venas se marcaran con prominencia. Su voz había sido gruesa, un poco elevada y molesta, logrando que Hyunjin sintiera un nudo en su garganta.

Y, sin ningún contexto en las palabras del menor, salió del establecimiento, dejando detrás al pelinegro con ojos cristalinos, confuso y culpa inundando su interior.

Por alguna razón, presentía que no volvería a verle. Y ello dolía más que nada.











Lost and Found  [hyunmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora