13; Final

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Una vez Seungmin salió de la habitación de su esposo, cubierto de amargas lágrimas, no pudo evitar correr lo más lejos posible. Poco le importó el desesperado llamado de la enfermera o las miradas que se ganaba, simplemente huyo de ese momento y del dolor que se generaba en su corazón.

Al llegar a su apartamento, una voz cerró la puerta, su espalda colisionó contra esta. Lentamente se fue deslizando hasta se encontró en su totalidad contra el sueño, lanzando esos agónicos gritos que tanto habían deseado escaparse y había logrado retener. Tantas eran sus lágrimas, que empezaban a formar pequeños charquitos en el suelo de madera, mientras sus manos empuñadas colisionaban contra el suelo.

Tanta era la alteración en el castaño que, sin darse cuenta, terminó completamente dormido. El cansancio físico y emocional le había orillado hasta ese extremo.

No sabía exactamente el tiempo transcurrido, pero la conmoción fue enorme cuando Seungmin abrió sus ojos debido a la llamada telefónica. El cielo empezaba a teñirse de tonalidades moradas ya anaranjadas y el sol bajaba lentamente para ocultarse y dar permiso a la luna de apoderarse de la noche. El chico, aun alterado, se levantó con rapidez. Su mente aun recordaba la razón de haber caído prácticamente desmayado contra el suelo, pero debía ser fuerte. Corrió al teléfono, antes que la llamada se cortará.

Y, nada en el mundo le habría preparado para las noticias que recibiría al contestar.

Seungmin no era alguien religioso, pero vaya que estaba agradeciendo a todos los seres divinos que se cruzaran por su cabeza mientras lágrimas volvían a apoderarse de su rostro. Sin embargo, las gotas cristalinas representaban su inmensa felicidad.

A la mayor velocidad que pudo, busco una chaqueta debido al frio, y salió de su apartamento. No quería perder el tiempo en esperar un autobús o pedir un taxi. La adrenalina era tanta, que correr no le era problema.

No supo cuando tardo en llegar, tampoco se detendría a averiguarlo. Sin haberse dado cuenta, ya se encontraba en la pequeña recepción del área en que su querido esposo estaba hospitalizado. Solamente en ese momento se dio tiempo de dar a sus pulmones un poco de oxígeno. Sus manos se posaron en ambas rodillas, respirando con pesadez y dificultad.

—Eso fue rápido. — Una familiar voz femenina llamó su atención, haciéndole alzar su mirada. — Minnie, antes de entrar, debo darte un par de reglas.

—Lo... Lo que sea. — Hablar le era complicado, no solo por la corrida olímpica que tuvo momentos atrás; también influía la ansiedad y felicidad mezcladas.

—Hyunjin muestra buenas señales, hicimos exámenes simples y todo se encuentra bien. Sin embargo, debes ser cuidadoso. Es mejor que su mente se vaya adaptando a su ritmo, así que no le bombardees con demasiada información.

—Entiendo.

La mujer asintió, caminando hasta la puerta de la habitación del pelinegro, siendo seguida por Seungmin. Ella dio un par de golpes leves con sus nudillos, y abrió una vez se escuchó la voz del paciente diciendo que podían pasar.

—Hey, campeón~ — la enfermera le saludo, ganándose una amplia sonrisa por parte del pelinegro. Era un alivio que su personalidad estaba intacta, a pesar del trauma, seguía siendo el Hyunjin de antes que el accidente ocurriese. — Tienes visitas.

Ella se apartó, dando espacio al castaño para entrar. El silencio prevaleció, aunque no era incómodo. La profunda mirada de ambos se conectó, y sin necesidad de usar palabras, ambos estaban diciéndose lo mucho que se extrañaron.

Al cabo de unos minutos el pelinegro se levanto de la camilla y corrió hasta el menor, rodeándole por el cuello con ambos brazos y apegando sus cuerpos lo más posible. Seungmin le rodeo de igual manera, por la cintura, y ocultando su rostro en la curvatura entre su cuello y hombro.

Los corazones de ambos palpitaban con fuerza, una mezcla de alegría y dolor en ellos. Se habían necesitado el uno al otro durante demasiado tiempo, quizás el castaño más que el pelinegro.

—Minnie, m-mi amor... — Hyunjin se apartó un poco, dejando ver su rostro lleno de lágrimas. — L-Lo siento tanto.

—Shh... — el menor paso sus manos de su cintura a sus mejillas, usando ambos pulgares para erradicar sus cristianas lágrimas. — Nada de esto es tu culpa... y yo... mierda — tuvo que morder su labio inferior unos segundos, luchando por no romperse en llanto. — Estoy tan feliz de tenerte de vuelta.

Ambos volvieron a conectar sus miradas, Hyunjin estaba más que convencido que los ojos de Seungmin eran lo más hermoso que alguna vez vio. Y, de nuevo, el brillo lleno de vida había vuelto a ellos. Ambos sonrieron, y sin pensarlo más unieron sus labios.

Era un beso lleno de amor, expresaba todo ese tiempo que sus corazones se extrañaron el uno al otro.

Al fin, luego de tanto tiempo, Seungmin y Hyunjin encontraron lo que habían perdido. Uno sus memorias, el otro al amor de su vida.

Ambos comprendían que existían posibilidades que el estado actual del pelinegro pudiese empeorar. Ambos debían afrontar que el mayor tuviese que permanecer otro tiempo en el hospital. Pero lo importante, era que se tenían el uno al otro para darse apoyo.

Porque siempre estarían unidos, es un lazo que se forjo desde muy pequeños. Su amor duraría todas sus vidas.

















Fin.



Lost and Found  [hyunmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora