Contrato

60 4 9
                                    

Eiba sonrió como siempre que lo veía; sin embargo, no pudo menos que detenerse en el joven a su lado. Por un instante recordó al celador de las bodegas, pero de inmediato descartó la posibilidad.

El hombre al lado de Isaka lucía un traje negro corte militar y un parche de igual color con el logo de la importadora para la cual trabajaba. Realmente que Ryu había conseguido alguien que infundia respeto, pero en ese ambiente de poco o nada le iba a servir.

—La charla es privada.
—Si él no está, el trato acaba aquí y ahora —Isaka se jugó una carta que podría poner su compañía en jaque pero que era, a su parecer, totalmente necesaria—, Prince es mi seguro de vida.
—Así como el mío es Koneko.

La interrupción de Asahina fue suficiente para sus dos asociados.

Hirabashi les pidió pasar a la sala donde un joven pelinegro vestido con una bata de seda bordada con un dragón dorado los esperaba. Kisa observó a Ryuuichirou, no podía negar que tenía un aura imponente y a pesar de la edad, era bastante atractivo, sabía moverse y actuar con sutil sensualidad cuando lo requería, algo que a su querido amigo lo tenía embelesado.

El sentirse analizado causó molestia en Isaka, no tenía ni idea quién era el imbécil que  los recibía, pero por la forma como miró a Asahina asumió que era su amante. Sin embargo, al verlo aproximarse con delicados movimiento y deslizar sus manos sobre él como una serpiente, se puso a dudar.

Sacudió su traje una vez terminada la pesquisa, volteando a ver a Yukina que exhaló con dificultad al sentir la mano del más bajo sobre sus genitales.

Shouta percibió como el cuerpo de hombre rapado se tensaba  con su contacto, al ser mucho más alto que el, miró de reojo a Kaoru que con una leve mueca accedió al juego que habían propuesto.

Kou lo vió descender acariciando su torso, deslizando las pequeñas manos por su ingle y apretando con descaro sus testículos, para finalmente agacharse y tantear sus piernas. Al levantar el rostro Shouta sacó la punta de la lengua, pasándola por su dientes en un claro gesto de provocación.

Hirabashi tosió para romper el ambiente creado por lo erótico de la acción. Algún día Hasegaru le había comentado del amante ocasional de su amigo y socio, pero nunca creyó que de verdad podía ser tan particular.

—¡Limpios¡ —dijo Shouta para sentarse sobre el regazo de Asahina y abrazarlo ante la mirada fría de Ryu.
—Nueve días con sus noches y la deuda quedará saldada —exclamó Isaka procurando volver al campo de la negociación—, y saldrán de mi empresa.
—Esa parte no estaba en el contrato querido Ryu.

Eiba sabía que la petición era lógica, pero no iban a perder la fachada que les había permitido un tráfico y lavado de activos tan eficiente. Por su parte, Kaoru reconoció el espíritu de negocios de Danna-sama; nunca creyó que Isaka pudiese mostrarse como un verdadero empresario y eso le dio el aliciente para dejar abierta la posibilidad de concluir el contrato con la importadora.

—Demuéstrame tu valía y podríamos llegar a un acuerdo.
—Para tenerme en tu cama no tenías que montar todo este teatro —respondió con sarcasmo Ryu.

La carcajada liberada por Asahina fue desconcertante para el ojiazul que lo vió besar con ternura al chico en sus piernas y erguirse rumbo a él.

Al estar tan cerca y ser más alto, Isaka levantó la cara para enfrentar los ojos de quien, al igual que hacía diez años, lo miraba con frialdad y repudio.

—Creo que no has entendido el trato Ryu —murmuró  Asahina, que señaló hacía donde estaba Kisa—, Koneko es mi amante y me castraría de saber que comparto cama con alguien más...

La confirmación de su primera impresión golpeó a Isaka, que apartó el rostro para no lucir patético. Definitivamente en su afán de volver a verlo,  no le dio el sentido correcto a lo que aceptó.

Al retroceder, Asahina lo rodeó con su brazo por la cintura apretando contra si. El cálido aliento del castaño en su cuello, causó un escalofrío en Ryu quien liberó un tímido gemido.

—Hace tiempo te lo dije "eres perfecto para el trabajo" —y al igual que esa noche, una vez lo tuvo vulnerable, le soltó para hacer pública la sentencia—, por eso Ryuuichirou, te explicó  cómo es el contrato.

Ni siquiera Hirabashi comprendía la actitud de su amigo, empero estaba visto que lo primordial era romper el espíritu del heredero de los Isaka.

—Nueve hurtos, nueve hombres. Al cobrar por adelantado con lo que extrajo Hasegawa, tu no recibirás sino hospedaje y comida. El chico que te acompaña se hará cargo de protegerte en caso de que alguno se exceda, pero en tu calidad de  escort sexual, tendrás que satisfacer sus expectativas.

Asahina no habló más, dando por terminado el encuentro les pidió retirarse.
Al estar solo con Kisa, cayó  al suelo derrotado.

Las cálidas manos de Shouta le brindaron el calor reconfortante que necesitaba. Solo Dios sabía que seguía amandolo, que Ryuuichirou estaba en su sangre como un eterno veneno que con los años solo había concentrado su poder.

Eiba cerró la puerta con cuidado al ver lo sucedido con Kaoru. Era bueno actuando, sólo quedaba saber hasta dónde soportaría el engaño que él tramó.

Con el mismo gesto alegre pasó a comentar lo que implicaba estar en el hotel, los horarios de comida y de libertad que tendría Isaka.
Llegaron a la alcoba que compartirían, una suite de dos plazas con un sala y dos baños independientes.

El equipaje junto con las demás indicaciones las encontrarían dentro. No sin antes desearle suerte, Eiba se despidió hasta el día siguiente.

Yukina examinó el lugar mientras Isaka despotricaba  del castaño que lo tenía atrapado.

Sentándose con un vaso de whisky en la mano, Ryuuichirou decidió no pensar más, al fin y al cabo la culpa era suya.

—¿Cuándo te enamoraste de él?
—El día que el hijo de perra me demostró que podía ser un miserable.

No esperaba esa respuesta pero era propia de su actual jefe. Cogió el vaso y terminó el trago, para dejarlo sobre la mesa.

Mirando a Isaka, le ordenó ir a descansar. Al verlo desaparecer en su habitación, recapacitó en lo curiosa que era la vida.
Revisó el bar y metió las botellas en una bolsa negra que dejó fuera de la suite, ya no necesitaba el licor, porque curiosamente su medicina se encontraba junto a él.

—Te encontré Kisa Shouta.

Feliz San Valentín +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora