Un viejo amor

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Asahina advirtió como Kisa subió furioso al auto que casi nunca manejaba, para alguien que conocía de música era lógico que tan pronto lo escuchó cantar, el pianista lo descubriera. Era fácil conocer hacía dónde se dirigiría, pobre Takano, esa noche no saldría tan bien librado ante Koneko.

No obstante, la culpa la tenía el pelinegro, cualquiera con dos dedos de frente reconocería al cantante, pero cuando tu cerebro se ha convencido de algo, ni siquiera con las pruebas en las manos se hace evidente lo real.

Cerró la cortina para al dar vuelta encontrarse con la inquisitiva mirada de Hasegaru y Eiba, ambos hombres eran sus socios, pero también la voz de su conciencia.

—¿Qué les hace pensar que, si no escuché a Shouta, les vaya hacer caso a ustedes?

—Yasuda rompió el trato —pronunció Hirabashi soltando el humo del cigarrillo con tranquilidad—, solo tenemos curiosidad de saber que vas a hacer.

—Nada. La culpa es mía, él siempre cortejó a Ryu —la rabia en sus palabras era evidente—, lo cual le sirvió para estafarlos. Así que simplemente aprovechó la oportunidad.

Para quienes le escuchaban era sorprendente descubrir cómo Isaka aprovechaba cada oportunidad para acrecentar el capital personal, y soportar la empresa que su padre le cedió. Hasegaru le entregó a Asahina un vaso de whisky mientras él bebía del propio.

—¿Qué quieres de Ryuuichirou? Lo que Kisho se llevó hace rato lo recuperaste, y si lo matamos fue por soplón, el maldito era un policía encubierto.

Kaoru observó el líquido como si tratara de hallar una respuesta a la afirmación de su amigo. Desde que los robos comenzaron sus contactos le alertaron de un topo en la organización. Fueron seis meses colocando trampas para tentar a quien les perseguía, envíos con un excedente de dinero, hasta que un día ocurrió. No obstante, eso poco tenía que ver con su relación y lo que le tenía en esos instantes vendiendo el cuerpo de Isaka a quienes el lastimó de una u otra manera. Dicen que los pecados se pagan con sangre, y la deuda del ojiazul era distinta y mayor a lo material.

—Quiero que acepte lo que siente por mi —la respuesta confundió a los dos hombres. Ryu había demostrado que por su empresa iba a ir hasta el final sin importarle dejar la vida en el camino. En las tres pruebas cumplió a cabalidad su papel sin aparente vergüenza—. Humillarlo no es necesario, anhelo quebrar su voluntad, que vea que la única opción siempre he sido yo, no quiero su cuerpo, deseo su alma.

Hirabashi y Hasegaru bebieron de una lo que quedaba en sus respectivas copas, Asahina estaba obsesionado con el ojiazul, el problema era que no se había dado cuenta que Isaka desde que aceptó el trato, firmó su rendición.

Hirabashi y Hasegaru bebieron de una lo que quedaba en sus respectivas copas, Asahina estaba obsesionado con el ojiazul, el problema era que no se había dado cuenta que Isaka desde que aceptó el trato, firmó su rendición

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Takano abrió la puerta después de lanzar improperios contra la persona que casi a medianoche lo levantó cuando por fin pudo dormirse.

Kisa le empujó contra la pared del genkan para derribarlo, sin detenerse a pensar en si estaba solo o no, se posicionó sobre el pecho de quien consideraba su amigo. En ese instante solo quería escucharlo de su boca, confirmar que le mantuvo en una mentira por tres años haciéndole sentir culpable por un crimen que no cometió.

Masamune bufó al percibir el frío de la navaja en su cuello, por lo visto el pianista había madurado y ya se defendía solo. Sin embargo, él tampoco era una mansa paloma. Dándole un golpe con una de sus rodillas en la espada, lo derribó para desarmarlo y colocarlo contra el piso.

—Me enteré hace unos meses por casualidad. Fui a visitar a Okada y se encontraba allí.

—Te di la posibilidad de vengarte de Isaka, lo mínimo era que me lo contaras, que me sacarás del error.

Takano liberó a Shouta, tal vez tenía razón, pero las cosas no las planeó para hacerlo sufrir. El pelinegro había llegado convertido en otra persona, más maduro, más fuerte y a su lado estaba ese muchacho que creyó muerto, y a quien le debía una disculpa por la manera como se desenvolvió la situación.

—Cuando me conociste estaba tratando de reponerme de la pérdida de Ritsu —habló el ojimiel que pidió a su amigo se sentará en la sala mientras el preparaba dos tazas de café para conversar con calma.

Detrás de la barra observó a Kisa recoger la navaja y guardarla en la espalda, rodó los ojos por la acción tan propia de quien busca defenderse del mundo. Sin perder la atención a su preparación, continuó con el relato.

—Me diste la oportunidad porque Asahina te pidió hacerlo, pero si no hubiese sido así, nunca habrías venido para decirme que podía humillar a alguien que no recordaba quién era yo.

—¿Crees que no te escuche decírselo mientras te venias en su cara? —Takano sonrió con picardía, como lo suponía grababan cada encuentro—. Disculpa..., tienes razón y en definitiva no creo que hayas previsto que nos volviésemos a tropezar, pero ¡así es la vida!

Sentándose al lado del ojimarrón, Masamune palmeó su cabeza como acostumbraba a hacerlo cuando algo le salía bien. El productor comprendía que se había equivocado, empero por algo sucedían esos encuentros.

Con la invitación de Asahina, Takano también pudo dejar libre su alma, ese día había ido a la tumba de su amado a contarle del encuentro con Isaka, el culpable de que ya no estuviesen juntos. También fue donde Onodera-sama, el hombre lloró pidiéndole perdón por el impulso que le llevó a matar a su propio hijo. Como bien se lo dijo, no era su intención, un chisme mal intencionado logró que el entendimiento se nublara, y que el disparo que iba para Takano lo recibiera Ritsu.

—¿Le contaste todo? —preguntó Shouta con el tono propio de quien quiere averiguar un chisme, el ojimiel asintió—, tienes cojones.

—Ambos merecíamos dar un final a la historia, y que Ryu sufriera un poco de lo que ha causado con su actitud.

Conversaron con tranquilidad hasta cerca de las dos de la madrugada, a esa hora Kisa fue acompañado hasta el automóvil por su amigo; así como Takano dio una conclusión a su dolor, y ahora podía recomponer su vida sentimental de manera correcta, él también debía asumir que desde que aceptó vivir con Asahina, su carácter parecía haberse tornado más decidido, ya no temía defenderse, por eso debía enfrentar a Yukina.

Al llegar, se encaminó al salón del piano, en el suelo estaba el futón que hizo colocar para dormir sin problema al lado del instrumento. Solo que esa noche en la habitación le aguardaba Prince.

—Disculpa que no me pare, pero cuando hace frío la placa me duele y cojeo notablemente—. Kisa se aproximó para agacharse delante de Kou y pedir permiso para ver la cicatriz—, tropecé y el hueso se quebró traspasando la piel, al querer moverme para ir tras de ti, resbalé y golpeé mi cara, perdiendo por completo la visión en uno de mis ojos por el desprendimiento de la retina.

Con delicadeza Shouta subió al regazo de quien fue su ídolo por mucho tiempo, levantó el parche para ver el iris oscurecido, sin dudarlo le besó, quitando por completo el incómodo objeto que le cubría.

Esta vez fue él quien siguió las caricias con sus labios por el rostro y el cuello, soltando los botones de la camisa militar que se había convertido en el uniforme de Yukina. Pasó su mano por el hermoso pecho, ya no del joven de hace unos años, ahora más definido, con las marcas propias del trabajo duro.

Kou sujetó la fina figura apresándola con firmeza, el pelinegro le observó al sentir la posesividad del abrazo.

—¿Puedo tenerte Kisa Shouta?

—Desde el día que maté a Aniki me tienes Yukina Kou.

Suficiente para que el joven lo besará con ansiedad, esa noche prometía para un viejo amor surgido de la desgracia.



Feliz San Valentín +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora