Segundo invitado: Fetiche

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Durante el viaje a la ciudad ninguno de los habló. La noche anterior después del debut de Isaka, las cosas parecían haber dado un giro y Asahina comenzó a barajar de otra manera las personas a las que el ojiazul había humillado o utilizado cruelmente.

El malhumor con que se levantó fue suficiente para que todos en la propiedad quisieran salir del lugar, una ventaja para Kisa, que simplemente tomó sus cosas y le avisó que iría a comprar algunos objetos que necesitaba. Lo que jamás pensó fue que su ataque de irrespeto fuera acompañado por el guardaespaldas de Ryu, y además con un encargo para su antiguo empresario Takano Masamune.

Al subir al auto, el ojimiel lo miró con coquetería, mientras él simplemente optó por ponerse las gafas oscuras y buscar en su celular los lugares que tendrían lo que deseaba.

Yukina sonrió de medio lado al ver como el pianista lo evadía; por lo menos comprobaba que no lo reconocía y eso le daba una ventaja. Eran tres años sin verse, los mismos en que el único que le había ayudado a sobrevivir fue Okada, su manager. Quien como si lo hubiese invocado aparecía en el móvil que poseía.

Colocándose el mano libre devolvió la llamada procurando hablar lo mínimo. Por el retrovisor observó a Shouta poner atención a la charla. Al colgar esperó alguna pregunta, al ver que no tendría ninguna oportunidad, fue el primero en modular lo que pareció una excusa para deshacerse del pelinegro.

—Koneko debo pasar por un encargo de Isaka, ¿dónde debo llevarte y recogerte?

—En USW Music —esto hizo bufar al rapado que giró para llegar al lugar solicitado, la reacción paso desapercibida para el ojimarrón—. Si te desvió de tu camino, dejame aquí, tomaré el metro.

Kou negó con la cabeza, al menos su imprudencia fue malentendida. Curiosamente la actual oficina de Okada quedaba a dos calles del lugar donde se dirigía su pasajero. Sumergido como estaba en sus deducciones, no escuchó la vibración del teléfono y solo cuando la voz dulce del pianista sonó, comprobó que no estaba tan lejos de su supuesto.

La reunión era con Takano Masamune, el mismo hombre que lo acusó de secuestro frente a los medios y que recibió como indemnización una buena tajada de su fortuna, al menos supo que ese dinero fue para el pianista.

Detuvo el automóvil para con una sonrisa despedir a quien escasamente le pidió volver alrededor de las cinco.

Sin esperar por la respuesta, Kisa cerró la puerta y caminó hacia su nuevo destino. La visita indicaba un regreso a la vida pública, una aclaración por su desaparición de tantos años. Al menos al haberse cambiado el nombre, el problema con Aniki quedó como un crimen pasional. Su queridísimo admirador por lo visto tenía cuentas pendientes con más de una amante, así que, al ser considerado el occiso cien por ciento heterosexual, fue eliminado como sospechoso.

Al ver a su antiguo manager, el saludo entre ambos fue un cálido abrazo, el cariño entre ellos siempre fue sincero y casi de hermanos. El tiempo pasó con rapidez mientras se ponían al tanto de lo que había sido su vida, cerca de las cinco, Shouta saco el sobre que Asahina había enviado al productor. Los ojos miel se deslizaron por la invitación respondiendo con una mueca de satisfacción, para Masamune ese día podía asegurar que la suerte le sonreía.

—Dile que estaré allí sin falta, esta deuda la cobrare con gusto.

Por su parte, una vez dejó a Kisa en la productora, Yukina continuó con su cometido, primero fue a la importadora presentándose como el secretario privado de Ryuuichirou, ingresó a la computadora para guardar los archivos indicados y luego con una reverencia se marchó hacia donde Okada.

Creyó que demoraría más en la oficina, así que estaría con su amigo hasta que tuviese que recoger a Shouta. Atravesó la recepción para pedir información sobre Okada, la mujer lo miró con curiosidad, hasta que la sonrisa que devolvió para agradecer por la ayuda brindada hizo que se ruborizara. Todavía mantenía el toque.

Feliz San Valentín +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora