Vida en la tierra

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Frio, era como podía describir el pueblo donde vivía, aunque el clima no era uno de los mejores en el mundo, el lugar era agradable, bueno al menos para mí, ya que me agradaba el frio más que el calor. En aquel pueblo vivía con mi papá, mi mamá, y dos hermanas de 17 y 11 años, yo..., yo era el del medio con tan solo 15 años, mi papá trabajaba toda la mañana y nosotros nos íbamos a la escuela mientras mamá se quedaba en casa, el camino a la escuela no era largo se encontraba tan solo unos pasos arriba de mi casa, si seguías aquel camino sin tomar ningún desvío llegarías en menos de 15 minutos.
En la escuela yo estaba en 5o grado, me llevaba bien con mis compañeros y maestros así que a diferencia de muchos, la escuela no era un castigo para mí. Las clases acababan a mediodía, al salir de clase, esperaba a mis hermanas en la cancha jugando hasta que ambas salieran.
Seguíamos el mismo camino para ir a casa, aunque al retorno las amigas de mi hermana mayor iban con nosotros, ya que ellas también tomaban dicho camino para llegar a sus casas, el camino siempre era el mismo y con las mismas personas. Al llegar a casa la comida ya estaba lista, aunque siempre esperábamos a papá para comer, después de comer, papá se iba, mi mamá se encerraba en su cuarto a hacer sus cosas, mis hermanas se dedicaban a hacer sus tareas para después ver tv o nada mas descansar, mientras yo, pues no me gustaba estar sin hacer nada así que apenas acababa mis tareas me dirigía a una chacra que teníamos tras la casa, ese lugar era como un parque de diversiones, aunque aquel lugar solo tenía hierba seca, unas cuantas flores y árboles, me gustaba, ya que era un lugar solo para mí, todos los días iba y hacía todo lo que me imaginaba, desde trepar los arboles, hasta recolectar insectos, para mí eso era otro mundo, mi mundo.
Cada cierto tiempo me disponía a aumentar mis deberes en casa quería ayudar a mis padres haciendo la limpieza de la chacra ya que era la única persona que andaba en ese lugar, a parte que me las ingeniaba para poder apilar la hierba cortada por donde me convenía para jugar al día siguiente. En aquella chacra la actividad que más me agradaba hacer era la de subir a los árboles, en especial a un árbol de tumbo del cual sus enredaderas llenas de hojas y flores formaban un lugar perfecto para recostarse y mirar el cielo, descansar y olvidarse de todo por un momento, sentir el viento en la cara, el olor de las plantas esa sensación era todo lo que necesitaba para estar tranquilo, solo por esa sensación de tranquilidad era que me gustaba aquel lugar.
Toda la semana, la misma rutina del colegio y la casa, a excepción de los fines de semana en el cual no había ni clases ni trabajo, así que viajábamos a la ciudad a visitar a mi abuela y donde pasábamos el fin de semana para volver a nuestra casa al amanecer del lunes para ir a la escuela, pero, esta actividad la realizábamos con excepciones ya que el trabajo de mi papá demandaba que se quedara en el pueblo una vez cada dos semanas así que nos era obligatorio quedarnos un fin de semana en el pueblo.
Los fines de semana que nos quedábamos, normalmente veíamos películas o íbamos a un parque donde había canchas con personas jugando todo el tiempo y, como el pueblo era pequeño todos se conocían y nos invitaban a jugar y pasábamos la tarde ahí, era una estancia tranquila para mí y nunca pensé que eso podría cambiar, pero no tardaría mucho tiempo en hacerlo.
Era mediodía y el sol se encontraba sobre nosotros, nos dirigíamos a nuestro lugar favorito para lavar la ropa, en la rivera del lago al borde del pueblo en el que vivíamos con mi familia. Era sábado, ese día no iríamos a la ciudad así que decidimos a bajar al lago, después de limpiar nuestra casa, preparábamos la comida, la ropa y todo lo que llevaríamos para pasar la tarde en la rivera del Titicaca, el lago sagrado de los incas de donde Manco Kapac emergió, a la rivera de aquel lago se alzó el pueblo de San Pedro de Tiquina, donde nosotros vivíamos, aquel pueblo era pequeño de punta a punta se podía llegar caminando en 1 o 2 horas, solo contaba con 2 plazas de los cuales la mayoría de la población frecuentaba la que se encontraba cerca de la rivera, había 2 colegios una primaria y otro de secundaria a parte de un recinto militar para salvaguardar el lago que ocupaba casi la mitad del pueblo.
El viaje de mi casa a la rivera era un poco largo ya que mi casa se encontraba en una pendiente del pueblo por lo cual, la bajada se tornaba tediosa con todo lo que llevábamos, además de que el lugar donde nos dirijamos, era la parte más apartada de la rivera donde no existía afluencia de lanchas o barcas, aunque en el camino había que pasar por un camino muy angosto; ya en la rivera mis padres tendieron una frazada en el piso mientras yo y mis hermanas decidíamos si cambiarnos o no para entrar al agua, después de aquel debate todos nos pusimos los trajes de baño, yo fui el primero en entrar al agua presuroso por comenzar a nadar, mis hermanas por el contrario no sabían nadar pero les gustaba chapotear en el agua pero necesitaban aclimatarse ya que la temperatura del agua es baja.
Ya en el agua me puse a nadar por todos lados cuidando de no alejarme tanto por seguridad ya que aún era un niño, lo recuerdo, no pasaba de los 11 años, nadaba tratando de alcanzar unos botes que fondeaban ahí cerca, cuando los alcanzaba subía por la borda y me sentaba a ver la rivera como los demás se divertían a su modo, mi estancia en el agua se basaba en nadar y alcanzar botes o rocas que se encontraban por el lugar.
Acercándose a las 2pm el almuerzo estaba siendo servido por lo que tuve que salir del agua, el almuerzo era sencillo y ligero para que podamos volver al agua, pero yo ya no quería volver, ya tenía frio y dado al esfuerzo que hice al nadar en el lago me agotó demasiado, además del riego de un calambre, por eso decidí quedarme fuera del agua. Al terminar de almorzar me dispuse a vestirme y recorrer el sector como se me era costumbre, me gustaba ir a correr de ida y de vuelta por el bosquecillo que cubría toda la pendiente más allá de la rivera, así que trepé hasta allá y me dispuse a correr.
Siempre lo hacía conocía aquel lugar, pero esta vez sería diferente...

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