Último respiro

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Despierto. Comienzo a combatir las primeras luces de la mañana junto a la idea de que debo levantarme e iniciar un nuevo día. Creo que ha sido durante 25 largos veranos, aunque en cierta medida, no cuenta mucho el período de niño. Básicamente, desde los 11, 12 o 13 años es donde se percibe el mundo tal como es, y de pronto te ataca una corriente de dudas. Tomando esto último en cuenta, diría entonces que llevo cerca de 14 veranos bajo la misma rutina: despertar, comer, estudiar, dormir. Fin del día. Despierto, como, trabajo, duermo... y así de manera sucesiva, aunque me faltó añadir en medio de cada una de esas etapas: 'pienso'. Por supuesto que también salgo ocasionalmente, no mostraré un lado exacerbado de una realidad que no es en totalidad mía.

En estos momentos, quizás, podría dar un cambio a esa rutina, pero lo cierto es que por más que se intenta renovar el día a día, es inevitable volver a caer en el ciclo rutinario, pues, incluso aquello que tratas de hacer distinto, pronto acaba en algo no tan diferente.

Siento el peso de muchas cosas, pero comprendo que no son más que una ínfima parte de lo que aún me falta por vivir. No quiero perderme en la ambigüedad de los números y lo material, y acabar perdiendo las maravillas que la vida misma ofrece, por muy contradictorio que suene.

Pero, ¿qué es vivir? Todos los días utilizamos palabras como si se trataran del pan que comemos a diario, pero ni siquiera comprendemos lo que aquella palabra abarca en totalidad, ni menos nos cuestionamos el origen del pan que comemos, ni por el proceso que lo llevó a ser pan para 'x' día.

Entiendo que algunas personas prefieren no colapsar su mente de cuestiones y solo buscan lo simple de las cosas, pero está claro que la base del razonamiento independiente proviene de las inquietudes más insignificantes, y son éstas las que dan forma a lo que llamamos: vivir.

Normalmente, soy de esos tipos que cuestiona todo (nada tiene que ver con el existencialismo), pero más allá de esto, me quedo mucho tiempo pensando las cosas, creando debates mentales; colapsando en mi universo, hasta que en un momento determinado, plasmo mi opinión respecto a un tema o pronuncio una serie de palabras, pero que a los segundos después me arrepiento y discuto 'mil formas' en las que pude haber planteado de mejor manera las cosas. Y es algo constante.

Para ser honesto, admiro a quienes dejan y logran hacer que las balas de cien mil pistolas pasen rozándolos. De todas ellas, creo que 99 mil dan en mi cuerpo y las restantes, entre mi corazón y mi mente. Y esta noche no es diferente. Como muchas otras, antes de dormir, resumo en imágenes lo que fue mi día, en ocasiones acompañado de música, y otras solo con el sonido del lápiz (sí, aún sigo escribiendo con lápiz en hojas). Y tras un lapso de tiempo, me duermo...

A veces me causa miedo dormir, solo piensa en el hecho de que podría ser tu última noche. Hace unos días, caminando, pensaba en esa idea y reflexionaba en torno a la rutina que nos atrapa tanto que no pensamos en que cada día morimos un poco más, lenta y silenciosamente, como una víbora desplazándose a su presa, solo que no somos la víbora... Asumimos que hoy termina nuestro día, pero que mañana nos volveremos a ver ¿y qué tal si no? ¿Qué pasaría si después de hoy duermo para siempre? Evidentemente, tampoco sabría eso. Despertamos tomando una enorme bocanada de aire y nos dormimos soltando otra; un último aliento.

Con todo esto, quiero decir que no sabemos en realidad lo que pueda acontecer. Técnicamente, todos parecemos 'vivir', a los que otros se quejan y argumentan que es muy difícil de lograr. Curioso... luce como si la naturaleza quisiera agregar algo y llevarnos a un consenso, a pesar de la discordia.

¡Ay la vida! ¡Ay la vida señores!... podría continuar realizando una lista infinita de estas cosas.

Al igual que muchos, he pasado por bastantes cosas a punto de haber querido poner fin a este paso por la tierra y quizá así comprobar si es que existiera otra. Aunque si así fuera de nada serviría si de ésta poco aprendí.

Llevo una gama de sentimientos a los cuales aún no doy nombres, pero creo que se trata de decepción. Sin embargo, creo que aún puede combatirse y suplirse con las cosas buenas, por muy cliché que suene.

Ante todo, concluyo que hasta ahora he aprendido tanto como también he cometido errores, y otras cosas que no sé en qué puta categoría irían. Por hoy, por esta noche solo quiero cerrar los ojos y si una vez más despierto, disfrutar del primer aliento, ya que el término del siguiente día, una vez más, será mi último aliento.


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