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-Estoy tan raro, Milo.-dijo el peliverde.-yo debería ser el único y original bichito sexi y sabrosongo del santuario. Pero me robaron el cuerpo..-añadió soltando sus brazos a los lados con desgana.

-Caballero de Acuario, actuemos como antes. Sé que hemos cambiado,pero solo puede que sea temporalmente, así que no debemos entrar en pánico.

-Para tí es fácil decirlo.-le esquivó la mirada.-Me gustaba admirarme en las mañanas al espejo, no soy afrodita pero más o menos revisaba mi figura, pero también sé que si hago eso ahora me dará otra cosa en vez de satisfacción propia al mirarme.

-¿Qué?.

-Algo..algo de incómodidad, timidéz quizá, espero que este cuerpo que traigo ahora sea bastante resistente ante varias de mis expresiones. Sabes que me gusta sonreír a las personas cuando las saludo.
¡Eso es mi vida!

-Milo...-Camus lo miró con compresión.

-Ahora soy Camus..-estiró sus labios en molestia.-no lo olvides, podrían escucharnos y sabrán lo que nos pasa.-cruzó lo brazos.

-Bien. Por favor, te lo digo lo más sincero posible. No pierdas la calma, no entres en pánico. Estaré para apoyarte pase lo que pase como involucrado en el asunto.

-Pero antes debemos aclarar algunas cosas.

-¿Cuáles?

-Aioria y yo, a media noche solemos vernos para ir de fiesta o para ver películas de "acción".

-Puedo controlarlo.

-Espero que sí.-carraspeó.- Yo me portaré como el serio, impenetrable, y genial Camus de acuario.-mientras lo decía, una idéa se le vino a la mente.-Oye.-sonrió con picardía.-¿puedo hacer caer nieve?

-No podrás manejarlo, debes practicar, y no es sencillo. No lo intentes o harás de todos los que te rodean unas esculturas de hielo eterno.

Milo se imaginaba todo mientras lo decía. Pero poder ver y hacer algo como eso parecía genial. Y lo que más le gustaba pensar era si es que podría hacer helados del sabor que quisiera si lograba controlar el poder de Camus.
Apoyó sus manos en la cintura como de costumbre y siguió bajando los escalones.

-Camus..-Dijo el de ahora la octava casa.- ya pasamos el templo de piscis, aquí te quedas tú.

-¿eeh?
Pero quiero al menos tocar mi guitarra eléctrica para pasar la tención.-dijo en modo de berrinche.-Dejame ir a mi tem...digo, a tu templo Milo. Por favor.-rogó apoyando ambas manos sobre los hombros del peliazul.

-Bien. Pero por última vez, compórtate como debe ser. Ya no eres Milo, pasas a tomar mi papel de caballero de acuario. Entiende..-dijo convaleciente.-actuemos lo más natural posible.

-Entendido.- puso su rostro lo más serio posible, ahora sí parecía el verdadero Camus, y el verdadero mago del hielo pasó a sonreír de lado, de la forma menos visible.

Llegaron desde la casa de acuario a la octava casa sin problema, pues su gran actuación les salió de maravilla.
Se sentaron en la mesa y se sirvieron un vaso de refresco cada uno.

-¿Puedo hacer el intento de enfriar el refresco?.-volvió a decir Milo tentando por la idea.

-No.

IntercambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora