Me dejaste, mamá.

66 5 0
                                    

Me pega con el palo de la escoba. Otro golpe, tres, cuatro... para ya; por favor. Tira de mi cabello, duele mucho. ¿Por qué lo hace? ¡Esas valijas brillan! ¡Duré horas limpiándolas! ¡Me cansé pero juro que me esforzé! Intento gritar a pesar de que eso sería peor, Ottis sabe que los vecinos aunque estén lejos de la cuadra pueden oírme y esto puede acarrear muchos problemas. Escupe mi cara, e inmediatamente veo sus dientes amarillos mordiendo mi brazo mientras escucho el sonido estrepitoso de la botella ya vacía cayendo por el forcejeo de su cuerpo enorme contra el mío. Gimoteo audiblemente. Es muy alto. Somos como la Hormiga y el Elefante, la fábula que Miss Lana nos contó aquella mañana, y deseo tontamente ser una paloma para volar muy lejos de aquí y no volver jamás.

Mamá solía decirme con su enorme sonrisa mientras me acariciaba el pelo que soy el chico más listo y fuerte de todo el mundo pero ya no sé si lo soy. Anoche me dolían mucho las rodillas y todo el cuerpo y lloré. Lloré mucho, en mi camita con Chris a mi lado. Chris es mi osito felpudo de mirada negra. Lloré abrazándole. Sentía dolor. Porque mamá no está, porque tía Amy murió de esa cosa llamada sobredosis que no sé qué es, porque Ottis me odia y me golpea casi todos los días, porque estoy solo, porque que como nunca antes he deseado ser una paloma y lloré y lloré porque quería irme con mamá al cielo.

- ¡Tu mamá! - aveces creo que lee mentes. -¡Era una puta! ¡Tu mamá siempre fue una puta! Les regateaba indecentemente trepándoles por el cuerpo! ¡Mostraba de más y luego se las daba de ama de casa, fingiendo que amaba a tu padre asqueroso y a un niño asqueroso como tú! ¿Pero, sabes qué? ¡Nunca le importaste! ¡Te abandonó! ¡Das asco, tú y tu familia dan asco!

-¡Era bailarina! ¡Mi mami era buena!

Intento empujarlo con toda la fuerza que la rabia de mis diez años me permite y que no logra superar la suya que me lanza a varios metros lejos de él. Caigo de forma estrepitosa mientras me restriego el codo izquierdo con un punzante dolor. Se tambalea y sé que el jugo de manzana amargo lo hará dormir de nuevo durante horas. Aprovecho para correr cuando veo su robusta espalda inclinada haciendo un doblez de manualidad con su cuerpo. No reparo en si se dará cuenta o no y salgo disparado de la casa. Podría ir con el viejo Neville. No sé que pensar del viejo Neville. No me gusta que acaricie incansablemente mi pantalón y tome mi pene con su boca. Sin embargo, sus trozos de tarta son deliciosos y sé que no me golpeará. Me brindará cariño y dejará que duerma en su cama, no hará ruidos. No gritará. Paz... como una paloma.

Golpeo su puerta y rezo porque esté pero no contesta. El vecindario parece estar cautelosamente solitario y corro hacia el taller de pinturas del viejo Neville que por lo general está semi abierto, decididamente quiero dejar de existir. Grito con todas mis fuerzas, hasta que siento dolor en la garganta. ¡Mi mamá no era mala! ¡Ella me quería! ¡No debía morirse!

Todo lo que está a mi paso lo tiro, no me importa nada en estos momentos y estoy tan enojado como nunca antes lo habia estado. Lo odio, a él, a mi vida. A todos por hacerme tanto daño. Incluso a ella por dejarme tan solo...

Me voy a buscar algún perro callejero por ahí. Pegar sus colas, incinerarlos... me dejaste mamá, estoy cansado, quiero dormir.

Been. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora