.Veinticinco.

1.9K 206 119
                                    

-Sólo quiero hablar con ella- era su voz, sin duda, la que se oía a través del pasillo con eco propio.

Me quedé helada, mis pies no se movieron más y mi cuerpo quedó escondido tras la pared continua.

-Pero ella no quiere hablar contigo, pervertida- esa otra voz era la de Aaron, aireada.

¿Qué estaba sucediendo?, pensé.

-¿Pervertida?- repitió Billie, escandalizada.

-¿La llevas a tu casa sabiendo que no está en sus cinco sentidos? No te hagas la santa- alegó Aaron.

-La llevé a mi casa por eso mismo- explicó- No iba a dejarla aquí sola en ese estado, además, yo no tenía llave de este departamento, ¿qué querías? ¿Qué la dejara en el pasillo?- replicó.

-Como sea, ella no quiere verte.

-Tú no decidas, no tienes derecho- decía Billie.

-No decido, sólo te estoy repitiendo lo que ella me dijo esta tarde- refutó Aaron.

-Necesito hablar con ella, y tú no me lo vas a impedir- advirtió Billie.

-Pues, ojala la encuentres- la voz de Aaron parecía ocultar una sonrisa malévola.

Hubo un silencio y me eché a correr al captar que la conversación había terminado y que Billie pasaría por donde yo estaba escuchando todo.

Corrí hacía el ascensor, Billie no lo tomaría, de eso estaba segura. Las puertas se abrieron a tiempo y me escondí antes de que sus ojos me vieran. Apreté el botón para el cuarto piso, sólo por si acaso y el estómago se me encogió, evidentemente más sensible, cuando el ascensor subió un piso arriba.

Cuando las puertas se abrieron de nuevo y me dejaron salir, bajé rápidamente las escaleras hasta mi piso y llamé a la puerta del departamento trecientos ocho. Alguien dentro refunfuñó palabras ininteligibles y luego la tía de Aaron me abrió la puerta y me puso mala cara, deformando su rostro con más arrugas de las que ya tenía. Su cabello blanco estaba atado en una desecha coleta y algunos cuántos pelos se salían de su lugar.

-Disculpe que la moleste, ¿está Aaron?- pregunté.

-¡Aaron!- lo llamó, luego sin decir nada más, se dio media vuelta y volvió al sofá en el que seguro estaba antes.

Aaron salió de una de las habitaciones y después de que miró a su tía me captó en la puerta de entrada, esperando.

-Oh- musitó y se acercó a toda velocidad- ¿Qué pasa, Helena?- dijo, saliendo un poco y cerrando la puerta tras de sí.

-Escuché la discusión que tuviste con Billie, ¿por qué? ¿A qué vino?- inquirí, desesperada.

Él exhaló.

-Venía a hablar contigo, pero le dije que tú no querías hablar con ella- musitó.

-Eso lo escuché, pero ¿por qué le dijiste que yo no quería hablar con ella?

-Pues, ¿no es obvio? Helena, yo sé que te lastimaría más de lo que ya lo ha hecho. No quiero que te sientas culpable de nada, Billie es la que tiene la culpa aquí y quiero que lo acepte. Además ya has llorado bastante.

-Pero…

-A menos de que quieras despedirte de ella, yo no puedo impedirlo- se encogió de hombros.

-No- negué rotundamente- Ni siquiera le diré que me voy.

-No digas que te vas, se siente horrible- musitó, bajando la mirada.

-Gracias por todo, Aaron. Por esto y por… todo- reí sintiendo de nuevo esas ganas de llorar.

Manual de lo Prohibido | Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora