once

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― ¿papá?

llamé a jim
antes de que se fuera adentro de la casa
y se giró a mí con su cálida sonrisa.

― ¿por qué estabas triste?

y me respondió:

― oh, es que... a veces lo extraño.

él parecía querer no decirme nada.
y me dejó solo
bajo la sombra del cerezo llorón.

miré a los narcísos.

― ¿ustedes saben por qué está triste?

les pregunté.

ellos no respondieron
y simplemente doy un suspiro,
contemplando los discos de mi padre
que jim me había dejado
con una caja color pastel de zapatos.

la abrí y miré su interior
y revisé aquellas cosas que
en algún día fueron de mi padre,
me gustaron muchísimo.

dejé todo sobre el pasto a mi derecha
y mi mirada se congeló
en la entrada del palacio,
desde allí miré a jim hablando con mary.

mary era la mejor amiga de mi padre
y se veía una muy buena persona...
pero parecía que en este caso no se veían felices,
quizás porque extrañan mucho a mi padre
y no pueden vivir sin él y lo sé
pero no yo no lo conocí
y creo que es una minúscula ventaja
para no llorar todo un día desperdiciado.

― ¿por qué el mundo a veces es tan difícil de entender?

susurré al recargar
mi cabeza en el tronco del árbol japonés,
sentí cómo la brisa acariciaba mi cara
como respuesta de los narcísos.

― lo sé... a veces el mundo está loco.

1991Donde viven las historias. Descúbrelo ahora