doce

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mientras me permanecía
sentado bajo la sombra del cerezo,
jim terminó de platicar con mary
y no se veía muy alegre.

quise ir a ver porqué estaba triste
y me levanté del césped.

caminé hasta la entrada y le hablé a jim:

― ¿papá?

ambos bajaron su mirada por mi estatura y sonrieron.

― ¿sí mi pequeño fred?

― ¿por qué están muy triste?

mary no dejaba de mirarle, era extraño pero no entendí nada.
jim se hincó para tomar mi estatura.

― dile jim, díselo.

― frederick... ¿puedes ir a la habitación de tu padre?
¡te tengo una bonita sorpresa!

― ¡sí papá!

corrí de inmediato hasta llegar las escaleras,
tratando de no caerme
subí los escanlones sostenido de la larga barra
ansioso por mirar la sopresa.

jim y mary se quedaron mirándome
cómo subía, cuidándome que no me caiga.

1991Donde viven las historias. Descúbrelo ahora