Capítulo 14: Primera quedada

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Nía

Desayunamos como cada día distribuidos en varios grupos en mesas redondas. Hoy me he sentado con mi compañero de actividad, su amigo y Anajú. La verdad es que Jesús me está cayendo bien. La primera impresión que me llevé de él fue todo lo contrario, y ahora me alegra que nos haya tocado juntos para poder así conocerle mejor. Quizás luego me equivoque y no me caiga bien, pero mi intuición me dice que eso no va a pasar.

―¿Me pasas la mantequilla? ―Me pide Javy.

Se la tiendo con una sonrisa. Este chico también me cae muy bien, se nota a simple vista lo buen chaval que él.

Cuando el desayuno llega a su fin, me incorporo con intenciones de retirarme del comedor. Pero Jesús me interrumpe al hablarme.

―¿Vamos a quedar ahora para empezar a practicar? ―Más que una pregunta suena a propuesta.

―Me parece perfecto. Si te parece quedamos en cosa de media hora, ¿qué me dices?

―Bien, como hay algunas salas por aquí, podemos preguntarle a los monitores o la directora a ver si nos dejan. Así no molestamos al resto de nuestras cabañas.

―Genial. Pues si quieres ve diciéndoles tú y en media hora nos vemos en la puerta de este edificio, ¿te parece?

Cuando Jesús acepta, me marcho de allí. Mi bailarina favorita hace hoy un directo y está a punto de comenzar. No quiero perdérmelo. Tengo muchas ganas de preguntarle por su paso por el musical en el que está. ¡Ojalá me lea algunos comentarios! ¡Sería lo más bonito que me podría pasar!

Ariadna

Nuestra mesa es la única que aún está ocupada, pero deberíamos irnos ya a ensayar. Sin embargo, Hugo está bastante ocupado hablando con su compañero de cabaña mientras Eva les observa atentamente.

―Así que esa es mi teoría de porqué los gnomos existen en realidad ―concluye Hugo.

Eva y yo nos miramos y ya no podemos aguantar más: estallamos a carcajadas. ¿Pero de dónde ha salido este chico?

―Bueno Evita, yo creo que deberíamos ya a ensayar, ¿qué me dices? ―Le pregunta Nick a mi compañera.

Ella asiente como respuesta.

―Vamos a marcarnos un numerazo que se van a quedar flipaos ―argumenta él.

―No caerá esa breva, eso lo haremos nosotros ―sentencia Hugo mirándome a mí y señalándonos a ambos.

Si alguien me preguntase que cómo o por qué, no sabría darle una explicación lógica, pero hemos acabado los cuatro en la cabaña de Hugo y Nick, cuando deberíamos trabajar por parejas. Pero tampoco digo nada, quiero saber qué es lo que van a hacer nuestros compis, así que no está mal investigar de cerca al enemigo. Sí, sí, sé que no es una competición, pero es una forma de llamarles.

Aunque Eva y Nick sean exs se les ve muy unidos, y no solo porque de vez en cuando comparten fluidos besándose, sino por la cercanía y complicidad que muestran.

―Buah, Eva, es que lo vamos a petar y les vamos a dejar a cuadros. No como en aquella fiesta de fin de curso y nuestra actuación ―comenta Nick riéndose.

―¿Qué os pasó? ―Quiere saber Hugo.

Mi compañero juega a darle vueltas a la pandereta haciéndola girar con un dedo. Se le va a caer. Se le cayó.

―Hicimos una obrilla de teatro. Hacíamos de una pareja en la que él había fallecido y en forma de fantasma venía a verme. Y de fondo una música súper chula. Queríamos cantarla pero el insti no nos dejó. Lo ensayamos con el profesor y todo y al final nada... ―comenta Eva.

―Pero nos lo pasamos pipa ―sentencia Nick dándole un beso a su ex, el cuál es interrumpido por el choque de la pandereta contra el suelo al caérsele de nuevo a Hugo.

―¿Qué vamos a tocar, Ari? ―Me pregunta cuando coge la pandereta―. Porque con esto solo se me ocurren villancicos.

El comentario de mi amigo me hace reír a carcajadas. Risas a las que se suman Nick y Eva. Hugo se encoge de hombros ante nuestra reacción. No jodas, que lo dice en serio.

Gèrard

Mi compañera termina de tocarme una canción con la flauta y me cuesta reaccionar hasta un rato después de haber finalizado. No sabía que se podía hacer esas cosas con la flauta. ¡Qué maja es la chica de los pelos rizados! O sea, Anne. Eso.

―Me ha encantado. ¿Y si hacemos esa? Me puedes enseñar si quieres ―le sonrío.

Estamos en su cabaña ya que sus compañeras no están aquí. Me hubiera gustado encontrarme con Eva, para qué mentir. Pero bueno, quizás en otra ocasión sea posible, ¿no? Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, así que voy a intentar mantenerla a tope.

―¡Claro! Además, es una canción súper bonita y no lo digo porque sea mía. Pero tienes que hacerme caso en todo lo que te explique, ¿eh? A simple vista puede parecer fácil pero nada que ver. Coge tu flauta que vamos a hacer unas prácticas primero.

Hago lo que me pide pero rápidamente niega con la cabeza.

―No, no y no. Así no se coge. Primero vas a tener que aprender a cogerla. Me parece que voy a tener mucho trabajo contigo, ¿eh? Pero oye, lo vamos a lograr. Además, es bonito enseñar a la gente...

Mai

Bru está feliz con la actividad que ha creado. Él ha tenido tiempo más que suficiente en crear una. En mi caso fue diferente porque tuve que inventármela sobre la marcha, sin embargo, tiré de algo que me gusta mucho y conseguí hacer algo especial. No hay nada más chuli que ver a la gente decirse cosas bonitas. Así que sigo más contenta que una perdiz. La gente que participa en el campamento me parece súper guay. Hace unos días hicieron una fiesta clandestina y los muy ilusos creían que no lo sabíamos. Bru y yo éramos conscientes de ello, pero sí que hicimos todo lo posible para que no llegase a la directora ni el subdirector. Estuvimos incluso observando tras la ventana un ratico, pero no por cotillas, sino por comprobar que todo iba bien y no se desmadrasen. A fin de cuentas sin que lo supieran les habíamos proporcionado un pelín de alcohol y son nuestra responsabilidad. No lo voy a negar, me hubiera apetecido muy mucho participar en la fiesta. Se veían tan felices...

―¿En qué piensas? ―Me interrumpe la voz de Bru.

―Pensando en lo mayores que somos... Quién tuviera diecisiete añitos...

―Mai, que tenemos dieciocho.

―Sí, por eso lo digo. Con un añito menos podríamos habérnoslo pasado pipa en la fiestuqui.

―Pues si quieres hacemos nuestra propia fiesta los dos, ¿qué me dices? ―Me guiña el ojo.

―Pero eso es un poco aburrido, Bru...

―Mañana, después de cenar. Aquí en nuestra cabaña. Te demostraré que una fiesta de dos también puede ser de lo más divertida, ¿aceptas el reto?

―Acepto el reto ―me encantan este tipo de desafíos.

Verano inolvidableWhere stories live. Discover now