Después de que mi padre se fuera de aquí, decidí brindar, brindar por todas mis desgracias, brindar por Pandora, por mi padre, por todo lo que a pasado en mi vida.
Botella tras botella, canción tras canción, cigarro tras cigarro y pastilla tras pastilla.
Estaba tan ebrio que intenté alcanzar una botella del estante y me caí junto con ella, algunos platos y vasos también cayeron conmigo.
No se si fue el alcohol, las pastillas o la caída que hicieron que me quedara dormido. pero no por mucho... desperté casi inmediatamente. pero al abrir los ojos no estaba en mi casa, estaba en un parque.
El cielo era azul y el sol brillaba. había nubes muchas nubes.
-Este parque.... -Susurré
-Si, es donde nos conocimos... -Dijo una voz a lado de mi, una voz familiar.-¿Diana? -Pregunté con un nudo en la garganta.
-Shh, voltea a tu derecha... Tu otra derecha tonto... -Dijo riendo de mi error.
-Diana, eres tú.... Pero... ¿Acaso estoy...? -Dije tratando de quitar ese nudo de mi garganta.
-¿Soñando? Si, así es. -Dijo Diana regalándome una sonrisa.
-Diana, hay tanto que quiero decirte, para empezar yo... Lo siento. -Dije soltando el nudo de mi garganta y con el... Unas cuantas lagrimas que había acumulado.
-Tonto, no llores, no es tu culpa. Nada de esto lo es. -Dijo Diana limpiando las lagrimas que recorrían mis mejillas.
-Pero yo... -Diana deslizo su dedo desde mi mejilla hasta mis labios.
-Shhh, no digas nada y levántate. ¿Recuerdas como nos conocimos? -Preguntó Diana caminando.
-Si, teníamos tan solo 15 años, Arnold y Mary hicieron ese grupo en Facebook ''forever alone club'', ese grupo para que gente con problemas para socializar con otras personas se unieran y conociesen gente nueva y ahí fue donde me viste y decidiste mandarme un mensaje. Y al principio dudé si responder o no por... -Diana me interrumpió
-Por miedo de saber si era real o no, dijiste que era demasiado bonita para ser cierto jaja. Amo esta historia, es mi favorita. Cuéntame más. -Decía Diana mientras caminábamos por aquel parque.
-Después de un tiempo de estar hablando, decidimos citarnos en este parque exactamente a las 12:00 PM, estaba tan ansioso por verte que llegue media hora antes, para poder sorprenderte pero el sorprendido fui yo al verte bajar la escalera de aquel puente en la entrada del parque.
-Todavía recuerdo como te veías exactamente ese día, llevabas una blusa negra y una playera de manga larga blanca a rayas negras debajo, llevabas tu cabello castaño hasta el hombro y un hermoso fleco que cubría tu frente pero nada supera a tus ojos, tus hermosos ojos color miel.
-Me quedé sin palabras, sentí que había visto bajar un ángel de el cielo. no podía creer que tenia de frente al amor de mi vida.
-Ayy, siempre haz sido un tonto Jesse. -Dijo Diana limpiando lagrimas de sus ojos.
-Si, sabes que si... -Sentí una brisa en la cara de los aspersores del parque.
-¿Te acuerdas? -Preguntó Diana deteniéndose.
-Si, queríamos ir al patio japonés pero los aspersores nos impedían el paso y entonces tomé tu mano y corrimos a través de ellos.
-¿Como? ¿Así? -Diana tomó mi mano y corrimos igual que aquella vez.
Al sentir el agua en mi cara la cubrí con mis manos y al abrir los ojos... Estaba de nuevo en casa. de nuevo sin ella. Tambaleándome fui al baño abrí el espero y saque otro frasco de pastillas. tomé un par y al cerrar el espejo vi mi reflejo y lo golpeé haciendo que este se rompiese.
Volví a la sala y destapé otra botella de cerveza y comencé a tomar de nuevo, una seguida de otra, podía ver sangre salir de mis nudillos pero no sentía nada, estaba tan adormecido por las pastillas, así me gustaba estar, sin sentir dolor por un momento.
-¡NO, NO, NO! -grité y estrelle la botella contra la pared haciendo que llamase la atención de mi vecina quien tocaba mi puerta.
-¿Jesse, estás bien? -Preguntaba desde el otro lado de la puerta.
-Si Carolina, todo esta bien, solo se me cayo un vaso. -Mentí, todo estaba mal.
Me senté a lado de la puerta y me quede dormido otra vez y pasó lo mismo. Pero esta vez desperté en el mirador.
-Hace tiempo que no venia aquí. -Dije mirando alrededor.
-Lo sé, es una hermosa noche, ¿No es así? -Dijo alguien acercándose a mi.
-Diana... ¿por qué? -Pregunté.
-¿Por qué, qué? -me respondió con otra pregunta.
-¿Por qué haces esto? -pregunté.
-¿De aquí que recuerdas? -Preguntó evitando la pregunta anterior, mientras nos sentábamos en una banca.
-Aquí celebramos nuestro segundo mes juntos, recuerdo que quede mas sorprendido aun al verte con tu nuevo tinte de cabello, el negro hacia ver tu piel mas blanca, la forma en que lo ondulaste hacia que cayera perfecto sobre tus hombros.
-Me regalaste unas rosas y entre ellas venia enredado un collar de mi banda favorita. -Decía mientras se ponía de pie y tomaba mis manos.
-Cierra tus ojos y ábrelos de nuevo. -Dijo estando Diana frente a mi.
-Pero... -Dudé... -Era tan feliz que no quería despertar, Diana me conoce perfectamente ya que al mirar mi expresión dijo lo siguiente.
-No despertarás, lo prometo. -Diana despejó todas mis dudas mientras me daba un beso en la frente.
Al abrir mis ojos estábamos en otro lugar, un lugar muy especial para nosotros. La playita, estábamos sentados en esas viejas bancas de metal oxidado, yo estaba recostado en su regazo, y con sus caricias sobre mi rostro ni el metal más helado podría sentirse .
-Diana yo... -Dije mientras lagrimas rodaban por mis mejillas.
-¿Y aquí? -Preguntó con lagrimas en sus ojos.
-Aquí te pedí que te casaras conmigo. -Respondí.
-Éramos tan pequeños que no podíamos, pero hicimos una promesa. -Dijo Diana.
-En esta playa, nos casaremos. -Dijimos al mismo tiempo.
-Diana déjame estar contigo, déjame quedarme aquí. -Dije abrazándola.
-Jesse aún no es tu hora. -Dijo contestando mi abrazo.
-Diana... Te amo. -Dije
-Jesse... Yo más, te amo. -Respondió.
Dicho eso... Desperté.
