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Lo primero que vio cuando abrió los ojos fue la linea de luz que se colaba por la ranura de la puerta entreabierta.

Ella no dormía con la puerta abierta, se incorporó de golpe con el corazón acelerado y le tomó unos segundos recordar que no estaba sola en la casa, de hecho hacía cuatro días que su nuevo inquilino dormía en la habitación del otro lado del pasillo, seguramente estaba usando el baño del pasillo, aunque eso no explicaba el que su puerta estuviera abierta, comenzó a levantase cuando el pequeño perro aún sin nombre entró empujando la puerta, al verla levantada saltó sobre su regazo y usó sus patas delanteras para rasguñar su brazo.

-Supongo que quieres salir a hacer tus necesidades, ¿eh, amigo?

El perro saltó de vuelta al suelo y se detuvo en la puerta agitando la cola con fuerza, como pidiéndole que lo siguiera, se echó la bata encima y se levantó trastabillando, al abrir la puerta del todo el perro corrió hasta la habitación del frente y ella alzó la vista, de ahí venía la luz, la lámpara de noche de Jamie estaba encendida y su puerta abierta de par en par.

Él estaba en el balcón, veía su silueta contra la luz de la luna, perdió el aliento un momento y se apresuró a llegar a su lado, lo tomó del brazo, llevaba solo el pantalón deportivo que usaba de pijama y se sostenía con fuerza del barandal, pudo sentir sus músculos tensos bajo las palmas de sus manos, él tomó aire con brusquedad y la miró.

El gesto de dolor de su cara cambió al instante por una débil sonrisa.

-Hola Dakota.

-¿Qué... haces? -dijo atragantándose.

-Necesitaba aire -tomó una vez más aire con fuerza y lo soltó despacio como un suave silbido entre sus labios- estaba en una... pesadilla.

-¿Un té ayudaría?

-Claro, sin duda ayudaría.

Lo soltó lentamente, no quería dejarlo ahí solo o perderlo de vista, así que cuando vio que él tenía intención de seguirla se sintió más tranquila, ambos bajaron a la cocina, Dakota se apresuró a llenar su tetera y ponerla al fuego, miró su reflejo de refilón sobre la superficie brillante del tostador, llevaba el cabello desordenado y el flequillo de punta, se lo acomodó deprisa con las manos antes de buscar en la repisa sus frascos de flores secas, tomó algo de lavanda, manzanilla y tila, se giró para preguntarle si le gustaría con azúcar y se quedó mirando la forma en que él parecía tomar su pulso presionando dos dedos contra su cuello, Jamie alzó la vista y le sonrió, esta vez fue una sonrisa más tranquila.

-Ya pasó.

Ella asintió sin entender, sacó dos tazas para dejarlas sobre la mesa junto al azucarero, cuando la tetera silbó apagó el fuego y sirvió el té, el aroma florar subió con el vapor que desprendían las tazas, Jamie se echó una cucharada generosa de azúcar y la mezcló antes de comenzar a sorber, ella en cambio la tomó sola.

-Está muy bueno, ¿son flores del huerto?

Dakota asintió de nuevo, durante su primer mañana en la casa, antes de que ella saliera a hacer algunas compras le mostró la huerta que había en la parte trasera de la casa, sus abuelos habían vivido mayormente de ella, ahora no estaba en tan buen estado y solo plantaba cosas fáciles de cosechar como tomates, patatas, zanahorias y hierbas aromáticas.

-Las seco para preparar té, saben mejores que los sobres que venden en el supermercado.

-Sin duda, podrías venderlas.

-No gracias, me gustan demasiado y cuando tengo demasiadas las obsequio a mi familia.

Bebieron en silencio, el perro se había echado junto a los pies de Jamie y lo miraba con atención, él usó la planta del pie para acariciarlo en la barriga.

-Bueno, deberíamos volver a la cama -ella tomó las tazas vacías y las dejó en el lavaplatos.

-Sí, gracias -se levantó y dudó- si yo, tengo una pesadilla de nuevo, ¿te molesta que te despierte?

¿Qué tan malo debería ser un sueño para que necesitara ayuda?

-Claro, adelante.

-Gracias, necesitaba una amiga ahora mismo.

Amigos, ahora eran amigos.

Miró esos ojos grises que parecían hipnotizados por la lavanda, había algo esperanzador en ellos.

Subieron en silencio, el perro se restregó contra ella como dándole las gracias y volvió con su compañero inseparable al otro lado del pasillo, Dakota volvió a si habitación y esta vez dejó la puerta abierta, era su señal para indicarle que estaba ahí para él.

Se quedó dormida apenas se acomodó de nuevo en la cama.




Labios rojos | Relato | DamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora