Lo primero que vio al salir del teatro fueron las luces de Nueva York brillando sin parar, la gente a su alrededor se limpiaba las lágrimas mientras tarareaban y bailaban a su alrededor.
-¿No te lo dije?
-Sí, tienes razón -Dakota se arrebujó más en su abrigo- es el mejor musical que he visto.
Jamie rió y tiró de ella fuera de la multitud de personas que salían del teatro rumbo a Times Square, caían unos pocos copos de nieve volviendo el suelo resbaloso pero sujetándose el uno del otro llegaron a la intersección llena de luces donde aún nadie tenía prisa por irse, niños pequeños correteaban, extranjeros buscaban los mejores lugares para una buena foto de recuerdo, ellos eligieron quedarse de pie solo mirando el cielo.
-Que afortunados somos de estar vivos ahora -canturreó ella.
-Mucho.
-¿Cómo te sientes?
-Genial, un poco de descanso de la playa y el calor hace bien.
Sonriendo lo abrazó, hacía más de ocho meses que las malas noches y los ataques se habían esfumado, a veces algún tic volvía como tocarse el cuello o el pecho, pero bastaban unos minutos y alguna frase como "estoy aquí, estará todo bien" y pronto la sensación se iba.
-¿Que deberíamos hacer ahora?
-Algo de beber antes de volver al hotel -Jamie tiró de ella por las calles que bien conocía hasta una cafetería donde pidieron chocolate caliente, la nieve seguía cayendo afuera sin parar- después de todo tendremos una blanca navidad, o eso parece.
-Es precioso.
Bebieron despacio y en silencio, tocándose las manos, las mejillas robándose caricias, aumentando el deseo; de vuelta en el hotel avanzaron por las escaleras casi corriendo, abrieron la puerta y entre besos llegaron a la cama, quitándose el montón de capas de ropa hasta quedar piel contra piel, se cubrieron con el grueso edredón pero terminaron por hacerlo a un lado cuando el calor de sus cuerpo fue demasiado, los labios de Jamie iban en todas direcciones: orejas, cuello, costillas, muslos, brazos, mejillas, pechos... ella paseaba sus manos marcando su piel, buscando fundirse contra su cuerpo, sintiéndose en paz, en una nube, en un volcán que al hacer erupción llenó la habitación de estrellas, miles de luces parpadeantes como el mismo Times Square, él gimió profundamente en su oreja mientras sus cuerpos recuperaban la calma.
El tiempo no pasaba cuando estaban así, eran apenas instantes, suspiros que no tenían fin.
-Me gusta tu boca así.
-¿Así?
-Suave, húmeda... tus labios rojos.
Elle sonrió y besó el dedo que recorría su boca antes de acurrucarse más contra él.
-Mi chica de los labios rojos -era la canción que Matt había hecho para ella- ahora sé que a mi lado la quiero, para besarla siempre que puedo.
Y ella supo que la canción era un regalo entonces, y ahora había encontrado el dueño de la voz que iba a cantar a su lado por siempre.
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Labios rojos | Relato | Damie
FanfictionEn la búsqueda de la felicidad, dos personas se encuentran para encontrar el camino correcto, pero en las sombras del camino se esconde más de lo que los ojos pueden ver.