A las tres de la tarde en alguna casa de un barrio sin nombre, hija de una madre adicta a las drogas y un padre desconocido, nació Priscila.
Su madre segada por el vicio vendió su cuerpo una sola vez, para poder sentirse viva, para poder escapar de la horrible realidad que el mundo significa, para poder comprarse drogas, sin saber que eso añadiría un problema más para ella. Al menos así lo veía ella.
Han pasado trece años desde ese día, Priscila tiene el sueño de algún día ser una gran actriz, pero eso se veía imposible ante el hecho de ser analfabeta.
A su corta edad la muerte es su jefa otorgándole trabajos esporádicos, junto a su mamá y su padrastro quienes la obligan a trabajar ayudándolos en el cementerio de la ciudad, arreglando los aposentos de aquellos que no están más con nosotros.
Después de trabajar todo el día limpiando tumbas y haciendo arreglos florales que nunca deleitaran el olfato de sus dueños, debe llegar a casa y hacerse cargo de las labores hogareñas.
En un mundo donde todo es injusto, todos tienen el derecho de descansar sentados en un sofá roto y viejo, menos ella, ella debe lavar ropa y preparar la cena, porque un día será la mujer de la casa y ningún hombre querrá estar con ella siendo una inútil. Al menos eso dice su mamá.
Los miércoles por la tarde era un día que su padrastro disfrutaba, tenían la oportunidad de llegar temprano a casa, aunque su madre debía esperar su pago y llegaba un poco más tarde. Para Priscila este era el peor día, a pesar de tener menos trabajo, los miércoles eran una pesadilla.
Con senos del tamaño de una naranja y un cuerpo desnutrido, era víctima del abuso de su padrastro, quien aprovechaba cuando la madre de Priscila no se encontraba para hacer horrores con ella.
La madre de Priscila estaba enterada de todo, pero a veces es mejor ignorar lo que no está bien, para estar bien nosotros mismos, o eso era lo que ella y sus vecinos pensaban al no hacer nada ante los gritos de una niña indefensa que solo pide ser sacada de la película de horror que le tocó protagonizar.
Pobre Priscila, sin poder concebir el sueño, con insomnio todas las noches. La muerte la invita a hacerle compañía, mientras abraza una muñeca que salvo de la basura, queriendo también ser salvada, pero no hay nadie tan noble como ella a su alrededor que la salve del terror.
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Es miércoles nuevamente, su padrastro se salió con la suya una vez más y ahora come sentado en el viejo sofá.
Con los ojos llorosos y un sueño sin cumplir, Priscila acepta la invitación de su incondicional amiga, la muerte, quien la mira sentada en un rincón junto a la ropa sucia. La niña Cuelga su sabana al techo y mientras abraza a su muñeca, patalea por un minuto antes de ponerle fin a su historia sin segunda parte.
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Cuando su mamá por fin llego después de cobrar el dinero semanal, lloró ante la escena que se encontró, su pareja, el hombre a quien ella amaba, había sido envenenado con veneno para ratas que Priscila había puesto en su comida.
La policía al fin se hizo presente, ante dos muertes debían hacerlo. Había muerto una niña sin justicia y un violador que no se merecía menos.

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De amor y sangre.
ContoDe amor y sangre será una antología de cuentos cortos que escribo cuando las noches son muy largas y los pensamientos sobran. En ella encontrarás amores no correspondidos, crimenes sin resolver y sangre en busca de venganza. Espero te guste y sigas...