7. Reencuentro musical

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Lo recuerdo con claridad, cada detalle; Ella amaba tocar el piano, era su pasatiempo preferido, para cada estado de ánimo era una melodía diferente, incluyendo los míos. Las tormentas eléctricas me asustaban, cuando eso ocurría se escuchaba una tranquila canción por toda la casa.

Solía sentarme con ella, observando sus movimientos, era como si se fusionara con el instrumento, aquel espectáculo quedó marcado en mi memoria.

Inconscientemente cuando estaba aburrida o no tenía nada que hacer, mis dedos se movían como si estuviera tocando ese preciado instrumento. Nunca me interesó aprender a tocarlo o algo por el estilo, simplemente imitaba sus movimientos, de esa manera me sentía más tranquila.

¿Recuerdan ese sentimiento de arrebato y tristeza? Ese que sentías cuando te quitaban tu juguete preferido, si la mezclas con rabia es una sensación muy desagradable. Algo así fue lo que experimenté con su partida, era consciente de su estado, se notaba en su música, llegó un día en donde ella simplemente no volvió a despertar.

Ante su muerte quedé devastada, me decían que era una niña fuerte, pero seamos realistas, yo simplemente no sabía cómo seguir adelante, no me imaginaba una vida sin ella. Un día me encontraba perdida en mis pensamientos y empecé a pasearme por toda la casa, sin darme cuenta terminé en su sala, la sala en donde ella tocaba el piano.

Me acerqué a el, presioné la primera tecla, luego la segunda, la tercera... repentinamente estaba tocando una de sus canciones, era como estar nuevamente junto a ella.

Esa es la razón por la cual no sé tocar el piano, solo imito sus acciones y de esa manera, cuando necesito de su apoyo, me reencuentro con mi madre. 

Para una noche estrelladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora