12. En la puerta

15 2 0
                                    

Era una persona de sueño pesado, no solía reaccionar con facilidad, por lo que en las noches duermo profundamente y seguido... o así era antes, por lo menos hasta que llegué a esa casa.

Una noche desperté repentinamente, me sentía confundida, no era algo normal en mí, miré el techo durante unos minutos, no podía volver a conciliar el sueño. Quería levantarme al baño, así que llevé mi mirada hacia la puerta abierta, sentí que todo se detuvo y mi pulso se aceleró al instante.

En plena oscuridad podía ver una silueta negra, era un hombre muy alto y con sombrero, lo único que podía distinguir correctamente eran sus blancos ojos que me observaban fijamente, comencé a temblar, como si sirviera de algo me tapé con las mantas hasta la cabeza, colocándome en posición fetal e intentando volver a dormir, aun sintiendo su mirada sobre mi cuerpo.

Cada noche seguía despertando y él siempre estaba ahí, nunca entraba a mi habitación, pero no podía soportar su presencia, cada vez que cerraba la puerta esta se abría, me asustaba demasiado ver su silueta siempre que abría los ojos.

Estaba aburrida, decidí mover las cosas de mi pieza, colocando la cama en la pared donde estaba la puerta, así no lo vería de frente y sabía que él jamás entraba.

Pasaron unas noches tranquilas, hasta que un día volví a despertar de madrugada, alcé un poco mi cabeza, mirando hacia la puerta, ahogando un grito al ver como aquel ente se había asomado por el umbral, observándome fijamente, mientras poco a poco ingresaba a la habitación.

Para una noche estrelladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora