Acto7

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Narra Elliot

Habían pasado unos días desde nuestra primera noche juntos y eso no quitaba la magia que sentíamos al hacer el amor. Cada noche transcurrida ha sido testigo del amor que nos damos, de cada caricia y de cada beso. Nosotros hemos sido felices. Tanto que me asusta. Tengo miedo de que tanta felicidad se vea perturbada.

_ Tengo algo para ti.- dice el pelinegro mientras se levanta y camina por la oscura habitación.

Me levanto y quedo sentado sobre la cama, la fina sábana oculta mi hombría pero es bastante evidente que estoy completamente desnudo.

_ Había querido dártela antes pero estaba esperando un momento especial.- comenta.

Él se sienta sobre la cama y me coloca en el cuello una fina cadena de oro con una pluma blanca, la cual resalta por completo. La tomo entre mis manos y le observo con detenimiento.

_ Es blanca...- digo confundido.

_ Cuando un rey del Reino Corvus se enamora...- se rasca la nuca avergonzado.- Como muestra de su amor le da una pluma de cuervo blanco, el contraste perfecto de su alma.- me enseña el suyo, el de la pluma negra que comparte con su hermana.

_ El balance.- digo mientras uno ambos collares.- Gracias Karl, es hermoso.- sonrío y me lanzo a sus brazos para abrazarle.

_ Eres la luz de mi oscuridad, Elliot. Eres la mejor parte de mí mismo.- me besa.- Eres mi todo, por favor no lo olvides.- susurra.- Incluso si algún día regresas a tu mundo iría por ti, yo no podría vivir sin ti.- concluye.

_ Nunca lo olvidaré incluso si estoy lejos.- pongo mi frente sobre la suya.- Y espero que tú tampoco.- añado.

Él había accedido a escuchar el cómo llegué aquí, y si bien fue complicado de procesar, él pudo entender cada cosa que le dije y no me trató como si fuese un loco, cosa que agradecí eternamente.

_ Pero ya basta de hablar de cosas tristes.- me levanto y pongo mis manos en su pecho.- Mejor hagamos el amor.- sonrío mientras muevo mis caderas.

_ Es un buen plan.- contesta mientras me toma de la cintura con fuerza.

Lo hicimos una y otra vez hasta quedar exhaustos, hasta que nuestros cuerpos estaban cubiertos de nuestros fluidos y hasta que el amanecer nos avisaba que ya era otro día, nos fundimos hasta que nos quedó claro a ambos que nunca sentiremos algo igual por otra persona.

Pero tal y como me lo temía la felicidad no duró tanto como deseábamos, alguien del reino nos delató y el rey Aarón aprovechó eso para arremeter contra nosotros, Karl por supuesto no cedió ante las amenazas de ser expuesto por sodomía y eso sólo provocó el desenlace de una guerra entre ambos reinos.

Todos los aldeanos corrían y gritaban de un lugar a otros mientras los caballeros del reino Fervens arremetían contras los caballeros del reino Corvus. Veía a todos sufrir y no podía evitar echarme la culpa.

_ Karl, déjame salir.- rogué.- Si me entrego todo esto se detendrá, por favor déjame salir.-mi voz es un hilo.

_ No lo pienso permitir.- me toma el rostro con sus grandes manos y me besa.- Si te entregas morirás a manos de la iglesia y yo no podría soportarlo.- concluye.

_ Karl, tu reino está sufriendo.- digo al borde de las lágrimas.- Si me entrego y tomo toda la culpa tu quedarás inmune, podrás seguir siendo rey y podrás ayudar a todos tus aldeanos.- concluyo.

Ambos quedamos en silencio, sé que el reino lo es todo para él y que lo ama tanto como a mí, es una decisión dura pero ambos sabemos que lo mejor es que me entregue, mi vida no vale tanto como la suya.

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