No sé si aún les recuerdas.
Ellos vivían con el miedo del "no me quiere",
Y ni se atrevieron a deshojar la margarita.
¡Que estúpidos enamorados!
No se dieron cuenta de que el tiempo pasaba,
Como un tren a su hora,
Sin preocuparse por quiénes suben o bajan.
No pensaron en lo que ocurriría si las flores se marchitaban o si el sol se apagaba.
No quisieron ver que estaban hechos el uno para el otro.
Y al final el tren pasó,
Las flores quedaron marchitas sobre la lápida,
Y el sol de su vida se apagó;
Y con ello, el corazón de su amado,
Que jamás pudo decirle lo mucho que la amaba.
Estúpidos enamorados.