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Las ultimas doce horas habían sido un caos dentro de la casa Caterwold, por suerte como había estado cabalgando hasta el anochecer no me había percatado de ello. Por suerte para mi, y gracias a los elfos y la magia, el salón para el baile de esta noche se había preparado en tan solo en el transcurso de la madrugada y yo no me había enterado de nada puesto que apenas toqué la almohada caí rendida; lo malo era que esta mañana mi padre había hecho pegar una nota en el espejo de mi tocador que decía:
"Voy a estar toda la mañana trabajando en mi estudio, procura que nadie me moleste.
Te dejo los preparativos restantes de la fiesta, háblalo con los elfos; confío en tu buen gusto.
Papá"
Muchos lo verán como bandera verde y una gran muestra de confianza, pero la verdad era que si no hacía un buen trabajo y algo llegaba a fallar esta noche... aunque no tuviera que ver conmigo, mi padre estaría semanas reprochándome que lo que había salido "desastroso" era culpa suya por dejarme los detalles mas importantes de la fiesta y el doble de culpa mía por no ser previsora y anteponerme a los hechos. Una carga bastante grande.
Bajé a al comedor para desayunar, aún en pijama y bata de seda, y mientras comía tranquilamente revisaba los colores para las servilletas, que velas combinarían mejor con la decoración, si era adecuado usar la vajilla inglesa o la francesa, si debíamos sacar las sillas con cojines, blancos, cojines crema o las de cojines azules; de los cuales ni yo sabía en donde estaban guardados esa infinidad de muebles.
Estaba comparando la lista de invitados con la lista de confirmados y no había ni una sola familia que hubiera declinado; lo que me dejaba pensando que seguro las invitaciones habían sido enviadas hace semanas sin que yo supiera nada a del tema, tan inmersa tildando con tinta verde un nombre tras del otro que no me enteré del momento en que una de las hojas de las puertas francesas, que estaban a mi izquierda y daban al patio exterior, fue abierta. Así dejando entrar una gran ráfaga de viento que hizo volar las muestras de servilletas, los pergaminos, las listas de platillos y otros papeles como el cronograma de comidas, bailes y aperitivos.
—Vamos a jugar Quidditch— escuché una voz masculina que parecía hablarme pero poca atención le di dado que estaba mas ocupada recogiendo todo el desorden.
Él estaba parado allí, como si fuera amo y señor de la casa, con su el uniforme de quidditch que le había regalado hace dos navidades -el cual parecía nuevo a excepción de unas pequeñas manchas de césped y una puntada descocida en su rodilla, lo que me daba a entender que no lo usaba habitualmente para practicar- y escoba en mano con dos cascos de cuero cuarteado de dragón.
—Buenos días Draco ¿Se puede saber que haces en mi casa?—
—Me dijiste que podía salvar distancias tan solo a un vuelo en escoba—
—También recuerdo haberte alentado a no hacerlo—
—Ay por favor Lexi, no me obligues a volver a mi casas. Mis padres discuten desde que te fuiste; mamá no quiere desocupar tu habitación con el pretexto de que ya es oficialmente tuya, en cambio mi padre quiso desarmarla en cuanto te subiste a ese carruaje—
—A propósito ¿mi tía sabe que estás aquí?— a juzgar por como abrió los ojos y escondió los labios dí por hecho que se había escapado a mitad del desayuno —En cuanto al deporte ese que tanto te fascina... déjame decirte que yo no quiero tener que ver en nada con inconvenientes tales como moretones, golpes, huesos rotos o alguna cosa rara que intervenga con el baile y mi padre me cuelgue de la torre mas alta de la casa—
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The Cost of Magic •D. Malfoy• ||REESCRIBIENDO||
FanfictionTodo tiene un precio, dicen. Nada en esta vida es gratis. Ni en esta vida, ni en la que sigue. Que la historia nos sirva de ejemplo, magos y brujas de antaño usando su poder sin control alguno y siendo consumidos por la propia magia que corría...