9.- Acebo y roble.

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9.- Acebo y roble.

Se encontraba sentado frente a una pequeña mesa circular, podía ver que alrededor de la mesa habían otras 3 sillas vacías.

—A-Cheng, buenos días —dijo un hombre hermoso que aparecía en escena trayendo una bandeja con dos enormes platos de comida, un jarrón y dos tazas.

Tostadas, huevos fritos, carne, tomate. Y para beber traía jugo natural de naranja y dos tazas de café.

—¿Por qué tanta comida? —preguntó impresionado viendo la gran cantidad de comida frente a él.

—Es un desayuno inglés, A-Cheng.

Solo asintió mientras empezaba a probar el contundente desayuno.

El hombre que comía junto a él tenía rasgos más maduros de lo que recordaba, pero definitivamente era Lan Xichen, no podía dejar de alternar su mirada entre las manos de su compañía y las suyas, pues ambos traían una simple argolla de oro.

—¿Cuánto tiempo llevamos casados?

—6 meses y 2 días —dijo Xichen mirándolo fijamente, profesando amor solo con su mirada —los mejores meses de mi vida, A-Cheng.

Tras decir esto tomó la mano derecha de Jiang Cheng y la acarició suavemente. El tacto era suave, cálido, tal como lo recordaba. Sonrió, la vida era buena junto a Lan Xichen, era una vida calmada, feliz.

—¿Por qué no tenemos artefactos mágicos? —dijo observando a su alrededor, descubriendo que todo se veía sumamente sencillo.

—Tú accediste a que pudiésemos vivir en el mundo muggle, A-Cheng, pero no te preocupes, recuerda que siempre puedes llegar al trabajo por la chimenea.

Los ojos azules enfocaron su vista a la chimenea, tenía razón, siempre podía llegar por ese medio ¿Vivían en el mundo muggle? Bueno, no tenía realmente problemas con eso, si Xichen era feliz, todo estaba bien.

Pero era extraño ¿Por qué asimilaba las cosas solo si el otro se las decía? ¿Por qué no podía recordar por su cuenta?

—Se hace tarde, A-Cheng, debes ir a trabajar.

—Bueno, adiós —dijo el chico de ojos azules, levantándose de la mesa y abrigándose con una chaqueta café larga.

—A-Cheng, ¿te irás sin darme un beso? —su voz era triste y sus ojos suplicantes, una parte de Jiang Cheng se removió al verlo así, ¿acaso tenía una debilidad por Xichen? Bueno, por algo se habían casado.

—De acuerdo —tras un suspiro se acercó a su esposo para besarlo, el mayor de los Lan cerró los ojos, sus rasgos eran preciosos, no existía la perfección, pero estaba seguro que ese hombre estaba cerca de alcanzarla, sus pestañas se batían con delicadeza y esos labios que lo invitaban a acercarse, estaba tan cerca de ellos, a punto de rozarlos, pero despertó.

Al abrir sus ojos observó con complejidad a todos lados: se encontraba en su habitación en Gryffindor. Revisó la hora y se molestó al ver que apenas eran las 4.50 de la mañana ¡Qué hora era esa de despertarse! Y lo peor, era sábado, el puto día que estaba destinado a dormir más de la cuenta.

Odiaba a Lan Xichen, no se lo podía sacar de su cabeza ni siquiera durmiendo, aunque también se preguntaba: si lo hubiera besado ¿Su sueño se habría transformado en una pesadilla o en un dulce sueño?

Pasó una manos por sus labios, estaban secos y agrietados, jamás le había dado importancia a eso, pero ahora se preguntaba quién mierda querría besar unos labios así.

¡Ah! ¡Ya estaba sobrepensando todo! Además ¡¿Qué era todo eso de A-Cheng?! Lan Xichen solo lo había llamado de esa manera una vez y fue un error, no tenía porqué imaginárselo en un sueño diciéndole así en cada maldita oración.

Teoría para conquistar a un GryffindorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora