Capítulo trece: Venganza

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No sabía a qué se refería, pero era consciente de que sería verdaderamente malo para mí. Quise encogerme y consolarme, pero no podía por la posición en la que me encontraba. Aquel orificio estaba enrojecido y sangraba a pesar de la preparación que él había hecho.

Al cabo de un rato Aokaze regresó con un pequeño envase entre sus manos, pensé que me drogaría nuevamente, pero entonces él se acomodó entre mis piernas que aún se encontraban abiertas y comenzó a masajearlo dentro de mi ano, aliviando así la incomodidad que sentía minutos antes. Supe que aquello era algún tipo de analgésico, pero antes de que pudiera decir el algo, él se marchó.

Mi estado anímico era variable en ese momento y mi mente estaba en caos, no sabía si Aokaze solo quería humillarme o si tal vez en verdad llegaría a herirme para pagar una deuda que desconocía. Su comportamiento me desconcertaba por completo, a veces era bueno conmigo, otras veces me trataba como si me odiara profundamente.

En eso aquel sujeto entró sigilosamente a la habitación pasados algunos días, podía escuchar su respiración entrecortada por lo que dije:

—¿Por qué me atas? ¿Qué planeas hacer conmigo?

Se sentó a mi lado y apenas dijo:

—Creo que eso ya lo sabes ¿no? vas a vivir en carne propia lo que padecí por años. Así que no intentes resistirte, porque será peor para ti.

Él aflojo el broche de sus pantalones y los bajó hasta sus rodillas colocando su miembro, que se encontraba erecto, muy cerca de mi cara diciendo:

—Abre la boca por favor, te prometo que esto no te dolerá.

Evité obedecerlo, pero él lo frotaba contra mis labios repetidamente hasta que tuve que abrirla para decir:

—Está bien, lo haré si me desatas

Aokaze dudó un momento, temiendo que me escapara si lo hacía por lo que respondió sollozando:

—No, te iras y no quiero. Si me prometes quedarte puedo liberarte ¿te parece?

Respondí en tono bajo:

—Si, me parece bien.

Él se veía resignado. Apenas sentí mis manos sueltas agarré la cintura de aquel chico frente a mí con fuerza rozando con mis labios su miembro. Quedó paralizado por mis acciones. Su rostro se puso rojo, pero continuo con lo que para él era solo una provocación de mi parte. En ese momento lo tomo entre su mano y lo introdujo lentamente haciendo movimientos hacia adentro y afuera mientras emitía pequeños gemidos en un tono bajo. La imagen de un tipo así, haciendo algo esto me excitaba demasiado, sin embargo, era incomodo porque aún llevaba parte de su ropa la cual ya me estaba lastimando al rozarse contra mí. En eso le susurré:

—Para por favor, me estas lastimando. Desnúdate, es más fácil hacerlo de esa manera.

Él estaba horrorizado ante mi sugerencia, sin embargo, accedió a regañadientes. Verlo así me llenaba de tanta excitación que no pude evitar rozar con mis dedos el pequeño agujero entre sus nalgas presionándolo suavemente. Por su parte Aokaze respondió:

—Entonces has lo mismo tú, no quiero ser el único así.

Su actitud de ahora me parecía incongruente con su aspecto. Con una sonrisa socarrona contesté:

—Por supuesto, puedes quitarte de encima de mi un momento para quitarme la ropa para ti.

Su rostro se encendió. Presuroso se bajó de mi regazo y se acomodó a un lado de mí. Me retiré la ropa y le hice una indicación con la mano para que se acomodara de nuevo. El chico negó con la cabeza por la vergüenza que sentía en ese momento. Al ver su actitud algo dentro de mí se encendió, dije:

Eres sólo míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora