XX

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Llevaba una maleta colgando de su hombro y una más la sostenía con la mano derecha, mientras con la otra se agarraba las presillas del pantalón con nerviosismo. Ya se había ido casi todo el consejo estudiantil, sólo quedaban Henry y Amelie. Ambos habían estado discutiendo desde ya bastantes días, al parecer tenía que ver con los vicios de Henry. Cuando se encontraba rodeado de problemas se ponía bajo el cobijo del alcohol, lo había confesado Amelie en el vuelo de regreso, la chica estaba fastidiada de su amigo. Aquel momento una pisca de culpa se plantó en el pecho de Claudeen, sabía que era su culpa, por haberse dejado llevar por los sentimientos que llevaba tiempo guardándose. Intentaría pedirle perdón en algún momento, a él y a su padre. De pasada le contaría a su madre acerca de Frank... no podía seguir ocultando todo dentro de ella.

Le echó una miradita discreta a Henry.  

Tenía una bufanda naranja acomodada sin cuidado, al igual que su cabello rubio. Para matar el tiempo esperando a quien fuera a recoger a Claudeen decidió darle un vistazo a la tienda de recuerdos, una de muchas. Amelie le mostraba un par de plumas hermanas con un grabado artístico de color plateado, hacía su mejor esfuerzo para sonreír y hacer sonreír a Henry. Se veía a lo lejos que no lo estaba consiguiendo.

Claudeen desvió la mirada a las puertas de cristal del aeropuerto, empezaba a preocuparse. Había recordado a su madre la hora de llegada de su vuelo antes de irse a dormir, no acostumbraba llegar tarde. Justo cuando checó si tenía un mensaje de su madre, ella entró por la puerta con prisa. Se le iluminó el rostro al ver a su hija mayor. Claudeen dejó las maletas tiradas y corrió a su encuentro. El abrazo fue cálido, tal como esperaba. Aspiró suavemente, sonrió al reconocer el olor a jazmín en la ropa de su madre.

—¿Y... Molly? —preguntó Claudeen buscando a la pequeña.

La cara que puso su madre drenó todo el color del rostro de Claudeen. ¿Algo había pasado mientras no estaba? ¿Fue bajo el cuidado de su padre? No, deseaba que no fuera así... recién estaba volviendo a confiar en él.

—Se cayó de un juego esta tarde y se rompió el brazo —se apresuró a decir su madre—. Tu padre está con ella.

—¿Mi padre? Un poco inusual de él —Claudeen notó una diminuta sonrisa en su mamá, no pudo evitar alzar una ceja—, considerando que nunca estuvo presente cuando me caí a la piscina.

—Y lo pagó caro —le ayudó con la maleta grande—. Ahorita te llevo con tu niña, así que tranquila, ella se está divirtiendo con los juegos de mesa.

—¿En serio?                                                                   

—Tuviste razón en decirme que se quedara con tu padre, se han llevado muy bien.

Claudeen escudriñó a su madre con detenimiento, algo había cambiado en ella. Una chispa que llevaba años sin aparecer hacía presencia finalmente, le daba curiosidad y quería más que nada saber qué tanto había hecho mientras ella estaba fuera. Probablemente esa sería la siguiente pregunta que haría de no haberse acercado Henry y Amelie con una sonrisa en los labios, pero se miraban entre ellos con fuego en los ojos. Claudeen quiso darse un golpe en el rostro. ¿Peleando de nuevo?

—¿Cómo se portó mi niña? —preguntó la señora mirando a su hija con notable orgullo.

Fue Amelie la que respondió, dejando que Henry se atragantara con las palabras que tenía en la lengua.

—¡Es todo un ángel! No dejó de moverse y hablar con las chicas europeas —le guiñó un ojo a Claudeen—. Si decide irse del otro lado del mundo no sería sorpresa... especialmente con esos muchachos detrás de ella.

Soy tu cliché personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora