CAPITULO II: REESCRIBIR.

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A mi lado izquierdo se encuentra Sebastián Ainsworth, mi padre. Vistiendo su peculiar suéter tweed y pantalones caqui, es imposible no ver lo cansado que está, las ojeras alrededor de sus ojos café y unos consecutivos bostezos lo delatan. A pesar del poco tiempo que entre días me dedica, nuestra relación no  se ha visto afectada en absoluto, creo que el hecho de verle y hablarle pocas veces me ha hecho entender que tengo que aprovechar cualquier minuto a su lado, no puedo comportarme como una niña caprichosa y encerrarme en mi habitación, por que, si ese fuera el caso, no le vería nunca. Cómo antes.

Papá es médico-cirujano, además de tener un compromiso muy fuerte conmigo dado que soy su hija, también lo tiene con la sociedad. Ha dedicado la mayoría de su juventud y adultez ha salvar vidas, y creo que la vejez no será una excepción para seguir ejerciendo su amada profesión.

Sin embargo, de todos los días donde vamos al parque, al cine o a ver  exposiciones de científicos, maestros de diversas universidades. Hoy es un día muy especial. Hoy cumpliré mi promesa. Aunque eso no es lo que alegra especialmente a papá.

-Después iremos por un helado- dice con una sonrisa  mientras caminamos a su auto- Cambia esa expresión, no quiero verte triste.

-No estoy triste, tan solo me siento un poco...-papá entrelaza mi mano con la de él y da un leve apretón- Oye, no estoy triste, solo un poco abrumada.

-Entiendo- llegamos al auto y abre la puerta para que pueda entrar- Pero hiciste una promesa-dice una vez que estamos los dos dentro del auto- Solo será hoy, después, es tu elección princesa.

Asiento un poco aliviada, tengo el vago presentimiento que hoy será la única vez - Vamos entonces.
-Pero antes, ponte el cinturón - me reprende, una vez hecho, papá se puso en marcha- Sabes hija, no puedo creer que ya tengas 17 años.

-Si... ya soy toda una casi- adulta- digo entre risas- Es por eso que ya no tienes que seguir diciéndome princesa.

-Me ve de soslayo y agrega.-Jamás dejarás de ser mi pequeña princesa.

Su pequeña princesa... me lo dice casi siempre. Papá no tiene más hijos, bueno, al menos no con mi difunta madre. Tengo un medio hermano, se llama Thomas y lo único que compartimos es a papá y sus pecas. Nos vemos muy poco, pero hablamos seguido por teléfono dado que el no vive en California. Papá le ha dicho que se venga a vivir con nosotros pero el se niega; Thomas no es producto de una infidelidad ni nada que se le parezca, aunque algunos miembros de mi familia piensan lo contrario, supongo que después de lo ocurrido con mi mamá quiso rehacer su vida con otra mujer.
Pero no pudo, ganó el recuerdo de Catherine, aunque nunca dejó completamente sola a Elizabeth, durante su embarazo y el parto siempre estuvo pendiente del bienestar de ella y el pequeño.

Lo conocí a los 15 años, el tenía 5 apenas, era un niño torpe y glotón  que usaba un gorro verde con orejas de gato. Thomas... Es mi lindo y tierno hermano menor .

-Hija, ¿estás bien?

-la voz de papá hace que aparte inmediatamente mis pensamientos- Claro, ¿ya llegamos?

-Ya casi, el cementerio no está muy largo después de todo- asiento y veo por la ventana del auto, todas esas casas y edificios altos. ¿Qué habrá detrás de ellas? Personas, seguramente. Pero, ¿Qué harán esas personas? ¿Estarán bien esas personas?... ¿Qué cambios estarán atravesando esas personas?

-Papá, ¿Qué te gusta?

-Sorprendido por la repentina pregunta, me observa un momento antes de estacionarse, y contesta- Ya sabes- expresa- ayudar a las personas, el basketball, las parrilladas y pasar tiempo contigo.- agrega con una sonrisa.

-Bueno papá, la primera y la última si lo sabía, pero...-alargó la oración haciendo que el me vea confundido – ¿Basketball y parrilladas? ¿Desde cuando?

Ante mis palabras se echa a reír y baja del auto, da la vuelta al rededor de este y abre la puerta del copiloto- Desde que supe que mi hija retomará las clases este año y debido a eso y mi trabajo, ya no estaremos mucho tiempo juntos.

-Papá, sobre eso yo...- replíque, pero el solo me dedico una sonrisa y me ofreció su mano.

-Lo hablaremos después Marissa- dijo suavemente, tomo la mano que me ofreció y nos disponemos a seguir a nuestro destino.

Durante el camino no hubo conversación alguna, papá tomó mi mano y me llevo como una niña pequeña. Una vez llegamos, solo hubo silencio. Y papá decidió romperlo.

-Querida, alguien muy especial vino a visitarte hoy.
-exclamó, y yo de pie frente a la tumba de mi madre, no pude contenerme.

No pude controlar la sensación de culpa y abandono, la última vez que estuve aquí, fue durante la primavera de mis 12 años. Ese día decidí dejarla atrás, decidí que no era necesario seguir viviendo con el recuerdo de una madre muerta. Ese dia le reproche el hecho de haberme dejado sola a tan poca edad, que necesitaba una madre, que papá estaba demasiado ocupado con su trabajo ,que solo lo veía cuando entraba a mi habitación muy tarde en las madrugadas para darme un beso de buenas noches mientras él creía que dormía, que la casa ya no se sentía como un hogar, que me sentía miserable a mis 12 años de edad.

¿Y que sabe una niña acerca de lo que es sentirse miserable?

Pero quiero cambiar eso, quiero reescribir sobre las hojas del libro de mi vida que he ido manchando.

Y este es el principio de ese cambio.

-Hola, tanto tiempo eh- mis piernas se sintieron débiles y las lágrimas que contenía desde el amanecer de hoy, por fin fueron derramadas- Feliz cumpleaños Catherine.

¡Hola otra vez! Lamento mucho que los capítulos sean condenadamente largos, pero por ahora, así serán. Muchas gracias por seguir conmigo y por acompañar a Marissa mientras relata su historia.
✨💛-moon.

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