Es uno de mis endings favoritos, el capítulo, cómo muchos otros, está inspirado en esta canción.
*Jueves, 10:30 am*
Mis mejillas descansan sobre un suelo frío y húmedo, o lo que sea en donde yo yacía dormida, mi cuerpo se sentía pesado y cansado, cómo si fui abatida en guerra; mis manos temblaban junto con el, en busca de un poco de calor. Quería despertar, hablar, moverme e irme de ese lugar, tampoco podía gritar o intentar murmullar algún sonido, ya que estos se sentían ahogados, como si nunca salieran de mi garganta, mis ojos... Algo me impedía abrirlos..., ¿Algo? No, alguien. Me impedía ver.Quería mantenerme en la oscuridad.
¿Porque?-Es muy gentil de su parte, acompañarme a estas experiencias, claro, no es muy emocionante pero es algo que me importa... Así que, ¿Nos acompañarás?.
Pero, ¿Quien es? ¿Que quiere?
-Si, lo sé. Es probable que te encuentres ocupada, ya sabes, con eso de que tu abuela está aquí...
Y sonreía, sí, eso es lo que hacía.
Mientras me impedía la vista, mientras me dejaba ciega.-¡El maldito reía!- exclamó mientras golpeo lo que supongo es una de mis libretas.
-¡Joder, una nueva historia!. -Parpadeo confundida hasta observar a Berlín, la cual tiene en su rostro un gesto de curiosidad, eso me recuerda que... Observo rápidamente al rededor y caigo en cuenta del lugar donde estamos. La azotea de la preparatoria. -Anda dime, ¿quien es el maldito?.
Niego con la cabeza lentamente y le explico a mi amiga el pequeño sueño que tuve, o al menos lo que puedo recordar. Una vez dicho, lo pensó por unos minutos para finalmente decir.-La causa principal de esos "sueños-predicciones" que dices, tienes, es la alta cantidad de azúcar que consumes.
Vaya, hasta Teo hubiera tenido una mejor conclusión que esa.
-Sino mal recuerdo, tu papá te ha dicho que es malo. - dice mientras pone esa mirada de preocupación en sus ojos.-Te traeré bebidas todos los días, de ahora en adelante, disfrutarás el sabor de las frutas y no esas montañas de azúcar que tanto te gustan.-Gracias, en serio. Pero estoy bien, realmente bien, así que no te preocupes por eso, papá me lleva a chequeos cada 3 meses.- respondo con una sonrisa ante su iniciativa.
-Hmm, no lo haré, solo si me contestas con total honestidad una pregunta.- inquiere juntando las palmas de sus manos.
Entrecierro un poco los ojos, la cantidad de luz en la azotea es demasiada, además, la silueta que dibuja esta en sus hombros me distrae, es impresionante cómo se moldea a su figura de espaldas, la cuál realza aún más el color castaño de su cabello.- Hey, no me digas que estás drogada.- pregunta chasqueando sus dedos en mi rostro, accion que me hizo volver a la realidad.
-Tal vez.- respondo riendo sonoramente.
-¡Marissa!- grita para después empujarme levemente el hombro.
-¿Que? Solo un poco, nada serio.- suspiro y estiro mis piernas, no sé cuánto tiempo llevamos aquí, pero mi cuerpo se siente un poco dormido.
-Ya que, ahora lo importante.- Aquí vamos...- ¿Me dirás que ocurrió en la fiesta?.
Así que la fiesta...
Su mirada que espera respuesta me dificulto quedarme callada, me limito a pasar mis manos a través de mi cabello y a recostarme en el suelo seco y áspero de la azotea.
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Relatos al Viento.
Teen FictionNunca entenderé la capacidad que tienen algunas personas al carecer de empatía.