Capitulo 40

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Narra Tom

Todo lo mas terrible que imaginé que podía pasar cuando Elizabeth se enterara de la verdad, pasó. Y de la peor forma.

No fue porque yo haya tomado el valor de decírselo, no fue en una tranquila charla en la que ella me escuchara y luego me gritara, no. Tenía que enterarse por una maldita noticia de un medio nada confiable.

Así que ahora no sólo la mujer que amo me odia, sino que el caos de mi vida laboral la envuelve. Siempre he respetado el trabajo de los periodistas pero en este momento siento que simplemente son unos buitres rodeando por nuestra relación muerta. Buscando cualquier rastro de Elizabeth o mío en cualquier lugar conocido o cualquier chisme absurdo.

De hecho fue en milagro que yo haya podido escapar de Santa Marta y regresar a Bogotá, y que encontrara un hotel que mantiene bastante privacidad.

Si, debí tomar el primer vuelo de regreso a New York o incluso a Londres después  de todas las palabras de Elizabeth, escuchar lo que pensó de mí en ese momento me rompe el corazón, escucharla lamentarse de que Adam me quisiera en vida me mató, pero no puedo irme sin obligarme a dar la guerra. Bien, acepto que lo que hice no estuvo bien, pero al menos tengo el derecho a ser escuchado, a que ella sepa la verdad, que entienda que no soy el cruel monstruo que ella piensa que soy.

No he tocado la salida de la habitación desde que llegué, no me he bañado o cambiado la camiseta o el bóxer que uso, no he tomado más que café o vino y no he dormido mas de 6 horas  desde el viernes que me dejó y hoy ya es domingo. El celular no para de sonar y la verdad no lo he mandado al demonio porque aun tengo la ingenua esperanza de que Elizabeth me llame, cómo si tal cosa fuera a suceder. Estúpidamente hice lo primero que dijo que no hiciera, la busque, la llamé, le escribi e incluso estuve a punto into de ir a su casa, pero me pareció demasiado, como si su casa fuera un gran límite.

Es como si mi vida se hubiese detenido, es como no tener un rumbo, o como pensar en que no hay uno que valga la pena.

Voy al baño y me tambaleo porque mi cuerpo pesa más que de costumbre, me sirvo un trago al salir y me dirijo de nuevo a la cama.

El tono de llamada me alerta y corro a la mesita a alcanzarlo, contesto con el corazón a mil.

-¿Elizabeth? - mi voz suena desesperada.

-Te lo dije.

-¿Perdón?

-Te advertí lo que pasaría si le hacías daño a mi amiga, y ¿adivina qué, maldito bastardo? - la voz de Rose es brusca y demasiado rápida, traducir sus palabras me toma más tiempo del que debería.

-Escucha Rose, tenemos que hablar, ¿cómo está ella? - la interrumpo.

-No, no tenemos que hablar de nada maldito imbecil, te dije que si le hacías deño te las verías conmigo y eso es lo que sucederá.

-Yo solo quiero saber como está...

-No tienes derecho a saber nada. Hice una promesa cuando dije que te daría tu merecido y lo haré, así que como tú, maldito cobarde no tienes una dirección fija a la cual pueda llegar a golpearte vendrás mañana a las 9am a la casa de Elizabeth.

Sé que me cita a esa hora porque Elizabeth no estará, tiene clases el lunes temprano.

-Solo quiero que ella me deje explicarle...

-No - me interrumpe - vendrás porque te dije lo que sucedería y lo aceptaste, así que te espero. No llegues tarde maldito imbecil, no quiero perder demasiado tiempo contigo.

Seguidamente cuelga. Respiro y pongo el teléfono donde estaba, bebo un trago largo.

Las palabras de Rose no me asustan. No me asuta que prometa hacerme daño porque yo solo me lo hice cuando decidí mentirle a Elizabeth. Conozco a Rose, sé que es impulsiva y que tiene demasiada energía, también sé que ella es capaz de hacerme las cosas que prometió hacerme y muchas más.

Su Mejor Actuación (Fanfic Tom Hiddleston )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora