Topieh

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Labrinth – Still Don’t Know My Name

Sus ojos estaba cargados de falso deseo, su caminar era lo que instaba a todo aquel que la viera a poseerla, muchos de la manera mas cruda y dura o a donde su oscura imaginación  los llevara.
Sus rasgos, piel tostada, sus labios redondos, nariz perfecta, ojos cafés oscuros y un cuerpo que parecía  tallado por el mismísimo Bernini.
Era tanta la belleza, que se olvidaban que podía y era letal.

Podía llevar al hombre y mujer mas perspicaz a caer en sus redes inyectadas de veneno, solo tres sabían que ella había muerto y revivido cientos de veces, o bueno las necesarias.

Pero dejemos que este ángel del deseo y la muerte  se presente.
Con ustedes, señoras y señores, Daniela Ramos, mejor conocida como, Topieh.

Pero lo que pocos que la conocían de verdad sabían que la única debilidad de esta morena era una rubia de cabello corto que media  uno setenta con unos zafiros en lugar de ojos.

Pov Daniela

El sonido del auto deteniéndose me hizo abrir los ojos y voltear mi vista a la entrada de aquella de tantas mansiones en las que había trabajado, baje mi vista a mi traje, tenia un pantalón negro pegado a mis piernas y caderas, un top de encaje con un escote no tan pronunciado metido en el pantalón, un saco con las mangas dobladas centímetros mas debajo de mi codo y el cabello recogido en un zorongo no tan alto con dos mechones rizados acariciando mis mejillas en ambos lados. Todo absolutamente negro. Siempre el creído que una mujer se puede ver igual de hermosa y sexy con un traje como con vestido.

Toque el seguro de la puerta para salir pero su voz  llamándome me detuvo, voltee y ese par de zafiros penetraron mis sentidos. Siempre lo hacia.

-Por John.-

-Por John.-

Hoy se acabaría esto, hoy tendrás lo que te prometimos amigo. Venganza.

Le di una ultima mirada y baje del auto caminando hacia la entrada, los clásicos chicos de seguridad con el pecho erguido y los rasgos fruncidos hicieron presencia parándose frente a la entrada. Metí mi mano izquierda al bolcillo de mi saco y saque una tarjeta morada oscura y se la extendí al de seguridad más cercano todo sin apartar mi vista de la puerta de caoba oscura.

Apenas miraron la tarjeta el guardia les lanzo una mirada a todos y se movieron dándome el total aseso, apenas di el primer paso dentro de la mansión escuche a los lejos el motor del auto mientras se alejaba. Camine a mi derecha y llegue al centro de una sala, había dos sofás largo de cada lado, otro para dos persona y otro individual los cuatros de gris oscuro, una pequeña mesa baja en el centro de madera oscura había un gran ventanal que daba vista al bosque con una chimenea eléctrica en el centro del ventanal y con un mini bar en la esquina, esta casa estaba en una zona privada, bastante alejada de un vecino. Espere a la llegada de mi cliente.

A los lejos la vi apoyada en el auto fumando.

Con que nerviosa ¿eh, cariño?. Solo la había visto fumar cinco veces en lo que la conocía, en esas cinco veces una de las dos terminaba con una herida o envuelta en sangre.

Esto será duro pero no imposible.

Me voltee al escuchar la puerta abrirse, pude verlo.

Williams Fachenelli.

Lo recorrí con la mirada, vestía con pantalón azul oscuro para sus piernas largas, una camisa blanca con dos botones sueltos dejando a la vista sus clavículas y su piel blanca, las mangas recogidas hasta el codo, su cabello rubio estaba largo y peinado para atrás, era un hombre largo, caucásico con ojos claro y con los músculos adecuados. Se veía bastante relajado.

 (Grace y Dani)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora