XV. Adaptación

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Nota de la autora

¿Podrían leer la nota final? Claro, cuando terminen de leer el capítulo. Gracias.

Despertó, todavía estaba oscuro afuera, la habitación también permanecía en penumbra

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Despertó, todavía estaba oscuro afuera, la habitación también permanecía en penumbra. Nada más recordar el día anterior, tuvo que suspirar agotado de las emociones pasadas. Su descanso no fue suficiente, seguro por haber soñado con sus problemas.

Quería moverse. Bajar las escaleras y actuar con productividad, cocinar, a pesar de que no le saliera bien; correr, aunque no era bueno haciéndolo; también quería acostarse y dejar pasar el tiempo, pero sabía que no era saludable. ¿Y si desapareciera? Tan simple, igual a esfumarse en el aire.

Divagaba, se puso de pie para asomarse por la ventana. Podía oír ruidos fuera, como si el mar estuviera chocando sus olas cerca. Todo estaba en oscuridad, ni una sola luz facilitaba a sus ojos encararse a lo desconocido.

Lo que había en el exterior no era el mar, ni sus olas, era Alpha. Era difícil enfocarlo, pero su pelaje brillante lo destacaba. Daba vueltas en el patio frente al cuarto, parecía sentir que Elian le miraba, porque dejó de vagar y se plantó ante él, solo que varios metros más abajo.

–¿Tan temprano y con energía? –preguntó, con la voz mañanera y los cabellos fuera de lugar–. Yo no sé si quiero seguir respirando –apoyó la barbilla en el marco de la ventana.

Su mejor amigo, no existía razón para que dejase de serlo; movió los bigotes, mostrándole los colmillos delanteros.

Elian reía, lo había ofendido.

–Solo bromeo, Alpha –miró delante de él, desde la altura la vista de la gran extensión de árboles se perdía a la lejanía.

Desconocía si todo alrededor pertenecía a la familia Livatino, pero no fue difícil de imaginar, eran empresarios de renombre mundial. Sabía que ahora Alejandro incursionaba en temas sobre investigaciones científicas de alto nivel, rozando apenas con la punta de los dedos los avances de Newt. Según su conversación el día anterior, el gobierno mexicano invirtió para ayudarle a desarrollar una cura que luego podría serles útiles. No sabía cuál era la mentira con la que Alejandro había conseguido convencerlos de hacerlo.

Dejó escapar otro largo suspiro, viendo como el cielo negro comenzaba a iluminarse en tonos azulados. El amanecer se acercaba.

Ahora, se concentró en Alpha. El nombre todavía le sabía raro al pasarle por la lengua, en su corazón añoraba porque siguiera siendo así por mucho tiempo. Su amigo le devolvía la mirada, para decidir levantarse y apoyar las patas bajo la ventana por la que se asomaba.

Buongiorno, nero [negro] –puso una mano sobre la cabezota de la bestia, el pelaje era fresco y húmedo, por el rocío mañanero. Su rostro volvió a sonreír cuando el animal ronroneó, acercándose lo más posible al contacto. Elian usaba ambos brazos y lo frotaba con fuerza–. ¿Quién es una bestia mutante? ¡Tú lo eres! ¿Quién casi mata a su hermano anoche? ¡Por supuesto que tú! –reía bajo, para no despertar a nadie.

Encontrando a Omega |•COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora