XVIII. Resumen

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Las reuniones entre políticos y empresarios son tensas

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Las reuniones entre políticos y empresarios son tensas. Ahí puede decidirse en cuestión de minutos tanto el bienestar como el perjuicio de ciudadanos y empleados, con una sola frase o palabra condenas o salvas tus ideales. La plática entre Carmelo y Alejandro no era la excepción, incluso si no se obviaba el hecho de su fuerte amistad.

Claro que podía considerarse un poco menos formal, porque ambos se entendían y conocían los intereses del otro. Seguridad social, ganancias, crecimiento e inversión de investigación científica para una posible reversión a favor de Alpha. Hablaban de lo mismo periódicamente, aunque no por gusto.

Condiciones, acuerdos y promesas... con esto y más, llegaron a establecer, en satisfacción para las dos partes, un estatuto en igualdad. Todo cerró cuando estrecharon las manos. Sellando, con su firma, una gran pila de papeles que durante la asamblea fingían revisar o leer. Se conocían tan bien que no necesitaban las reuniones en realidad, solo las hacían para aparentar.

Todo podía verse como una obra teatral. Ambos actuaban cada tanto frente a los medios y para la población, manteniendo así una imagen de "transparencia" en la toma de decisiones y el uso de recursos.

Había más personas con ellos, dentro de la sala de reuniones, pero Alejandro y Carmelo eran los únicos que tenían el poder de decidir si aceptaban algo o no; el resto solo era libre de opinar, comentar o aconsejar interviniendo un poco.

El olor de cada persona presente flotaba en el ambiente, cargado por la combinación del aire acondicionado, luego de estar expuestos al sol: colonias caras, sudor, desodorante... agobiaba la nariz de más de uno.

Salieron para que Carmelo diera unas palabras resumiendo los nuevos objetivos y apoyos confirmados. Agradeció la muy importante presencia del representante de la organización mundial, mejor conocida como Nidvemis. Con exactitud, mencionaba Alejandro, quien tenía el control de dicha organización en todo el territorio de Italia.

Ambos volvieron a sonreír ante las cámaras y reporteros, terminando por fin con la innecesariamente larga ronda de preguntas, discursos y muchas más fotos. Alejandro y Carmelo subieron a un auto polarizado, partieron rumbo a otro sitio, fueron a almorzar juntos, separándose poco después cada uno para seguir con sus asuntos.

Ya en su propio auto, acompañado de sus hombres, Alejandro deseaba ir rápido a casa para comprobar que Alpha y Elian regresaran a salvo, pero antes tendría que pasar al laboratorio.

Estaba agotado, no tenía ganas de recibir comentarios "inteligentes" de sus empleados amargados a los que tenía encerrados investigando para él. Quizá por eso eran tan ariscos con su Jefe, pero las necesidades de los demás humanos quedaban en segundo plano, cuando ponía como prioridad a su hermano. Perseguiría su objetivo hasta triunfar.

Oculto en la profundidad del monte, sin ningún señalamiento que lo ubicara, cubierto entre los árboles, camuflado como un sencillo vivero; la verdadera tecnología financiada por el gobierno se hallaba bajo tierra. A dónde se dirigía el empresario.

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