A penas he dormido pero no estoy cansada, el trabajo me mantiene alerta y emocionada.
Llego a la oficina antes que Joss (quien me ha pedido que la llame así), me extraña que no haya llegado, usualmente llegamos al mismo tiempo. Me acomodo en mi lugar y me pongo a revisar los correos, tengo uno que me hace sonreír.
Me pagaron.
Y yo ya estaba muy feliz por haber recibido mi identificación y por haber salido bien en la foto, pero esto hace que la mañana sea aún mejor.
Joss entra y sonríe.
-¿Ya te llegó tu depósito? -pregunta bromeando.
-Ammm... ¿sí?
Se ríe.
Mira la pantalla de mi computadora, tengo abierto el archivo de los panfletos de la exposición, se acerca.
-¿Tú hiciste todo esto?
-Sí, aún no lo termino, tengo que seguir resumiendo la información, pero ese señor es tan impresionante que me está tomando un poco más de lo usual.
-¿Y lo de las mamparas?
Abro las imágenes.
-Esas ya están listas, hice tres opciones, acababa de enviarlas a tu correo.
Las mira de reojo y luego mira su celular, abre el correo que le he mandado.
-¿Cuántos años dices que tienes?
-Veinte.
-¿Y ya terminaste la universidad?
-Me quedan tres semestres, la puse en pausa por ahora?
Asiente, se queda mirando su celular por tanto tiempo que me comienzo a sentir incomoda e inquieta por el silencio que ha llenado mi parte de la oficina.
-¿Están bien así?
-Perfectas, igual que el panfleto. Lo has estado haciendo muy bien, sólo... me sorprende lo que haces teniendo en cuenta la parte del camino en la que vas.
Me muerdo el labio para tratar de controlar los nervios que me ha provocado su respuesta.
-Gracias -digo.
-Voy a seguir revisando lo que me enviaste.
Se mete en su oficina y se queda mirando su celular durante otro largo rato, yo sigo trabajando, pero teniendo presente que tiene una junta a las nueve de la mañana, así que cuando llega la hora le aviso, me pide que la acompañe.
Voy a tener que tomar notas a la velocidad de la luz.
Vamos a una pequeña sala, me quedo parada detrás de ella, llega un hombre de unos cincuenta años sin ganas de estar aquí, lo que hace que la conversación sea un poco tediosa, pero que me permite tomar notas con un poco más de cuidado.
Él se levanta cuanto le dice toda la información que tenía que decir y luego simplemente se va sin terminar de escuchar lo que ella tenía que decirle, yo me quedo callada y sólo la sigo de regreso a la oficina en donde cada quien va a sus respectivos escritorios.
Me queda un rato libre ya que ella no me dice qué hacer y yo ya he terminado con los pendientes, así que durante media hora reviso su horario una y otra vez para asegúrame que no se me esté pasando nada.
Alicia pasa por mí en la tarde, salto a sus brazos en cuanto la veo al otro lado de la calle.
-¿Qué tal la primera semana? -me pregunta.
-Estoy agotada.
-Pero te encanta.
-Sí y por cierto, ya me mandaron el documento de la aprobación sanitaria para el estudio.
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cielo
RomanceDesde que tus ojos esmeralda se me pusieron en frente arruinaron todo, incluso los planes en los que no había pensado