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Vuelve a casa.

Pero tengo miedo por ella.

Por lo que pueda llegar a hacer.

Estuve en esta situación millones de veces.

Odio mirarla cuando lo hace.

Lo más doloroso de todo esto es que mientras lo hace... Se mira al espejo.

Preguntándose muchas cosas.

Diciéndose muchas cosas.

Insultándose.

Al llegar, se deshace de su madre.

Le dice que esta bien.

Es mentira. Es una pura y cruel mentira.

Llega a su habitación y cierra con pestillo la puerta.

Trato de detenerla, pero no puedo.

Trato de meterme en su mente.

Pero es imposible.

Su mente tiene dueño... Y ese ella misma en una proporción de maldad.

Trato de tomar el control.

Pero soy demasiado pequeño.

Si pudiera escribir.

Si pudiera leer.

No vayas. Detengan sus ideas. Detengan a su mente.

Pero no me escucha.

No va a escuchar a nadie.

Se mira al espejo.

Su mente otra vez la traiciona: nadie podrá amarte, nadie jamás lo hará, tu padre no te quiso, tu madre jamás se preocupa por ti, eres gorda, das asco.

No las escuches.

No les tomes importancia.

No saben lo valiosa que eres.

Eres valiosa.

Toma entre sus manos lo que mas temo.

No lo hagas.

Pero aun así se lastima.

Caigo nuevamente. Y conmigo cae la decepción, estoy decepcionado de ella. Me confundo entre ese material rojo.

Ese material vivo.

Que proviene de ella.

Y no puedo creer.

Como lo hace.

No.

Cuando las lágrimas caenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora