Capítulo 14

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En el capítulo anterior...

Pero Gaara y Kankurō ya se habían dado cuenta que algo no andaba del todo bien, y sabían que había que hacer algo.

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La lluvia cesó antes del mediodía, y pronto Kankurō y el Kazekage se dirigieron a la Torre Hokage, para comenzar la reunión con Sakura Haruno.

Con un sabor amargo en la boca y una mueca que denotaba molestia, el pelirrojo se adentró en la peculiar sala.

Las paredes estaban llenas de libreros, y la habitación lograba iluminarse gracias al pequeño ventanal en el fondo de ella. El suelo de madera oscura se oía crujir cada vez que alguien daba un paso, y en aquel lugar sólo yacían dos sofás divididos por una mesa de café.

Gaara y Kankurō, un tanto desconcertados, se sentaron en el sofá más cercano al ventanal. Sakura entonces, se colocó en el contrario.

- Lamento no poder llevarlos a otro sitio más adecuado. -habló la mujer juntando sus manos y "suplicando" comprensión- La verdad, es que el hospital está algo corto de personal, y he tomado turnos extras...

Y era evidente.

Los hermanos de la Arena pudieron darse cuenta de las oscuras ojeras que rodeaban los ojos de la pelirrosa, así como la palidez en su rostro, y la mancha de café en la bata mal abotonada.

- No hay necesidad de disculparse. -habló Gaara con su voz un poco ronca- Tampoco queremos quitarte mucho tiempo, sólo hablar de tu proyecto.

Sakura sonrió aliviada, y entonces comenzó la plática.











No muy lejos de allí, se hallaba el consejero del Hokage haciendo su trabajo diario.

Las pilas de papeles nunca acababan, y es que la paz conllevaba a mucho e increíble papeleo.

Mientras que Shikamaru revisaba papel por papel, Naruto cabeceaba tras el escritorio.

El pelinegro suspiró, y siguió en lo suyo. Sabía que su amigo también merecía un descanso.



Leves golpes en la puerta sonaron algunos minutos más tarde.

Sobresaltado, Naruto se recargó en su asiento mientras hacía grandes esfuerzos para combatir el cansancio.

Un ¡adelante! salió de la boca del Séptimo, y entonces aquella mujer de cabellos oscuros entró en la sala.

- Buenas tardes Naruto-kun, Shikamaru-san. -habló la mujer con un tono bastante suave en su voz.

Instantáneamente, el ojiazul esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

Ella se acercó al escritorio, y dejó una bandeja envuelta con un pañuelo del clan Uzumaki.

- He venido a traerte el almuerzo. -las mejillas de ella lograron ruborizarse tras acabar de hablar.

Mientras la pareja de tórtolos coqueteaba a su manera, Shikamaru observaba un tanto incómodo la escena. Y sí, también con algo de envidia.

- Si me disculpan, volveré en un rato más. -habló el pelinegro mientras salía de la habitación.



Años atrás, cuando Shikamaru ayudaba al Sexto Hokage, las comidas habían pasado a segundo plano debido a su determinación y concentración en dejar todo preparado para el día en que Naruto Uzumaki asumiera como Hokage.

En aquellos tiempos podía reemplazar un balanceado almuerzo, con un par de onigiris y una taza de té. Sin embargo, ya había pasado bastante desde aquello, y Shikamaru sabía que las comidas preparadas por Temari serían difíciles de sustituir a estas alturas.

"Ahh" suspiró resignado mientras caminaba por las calles buscando algún lugar donde comer.












Tras oír ruidos en la cocina, Yoshino se asomó por la entrada del lugar, encontrándose a su nuera preparando la comida.

— Debes haberte aburrido con el tejido, ¿verdad? –comentó la pelinegra con una mano en la cintura.

Temari asintió. —Además, sé que aquel bobo extrañará su almuerzo, y deambulará por la aldea buscando dónde comer.

Ambas rieron imaginando la escena.

— Definitivamente conoces bien a Shikamaru. –dijo la madre del susodicho.











El estómago del Nara comenzó a sonar, incluso después de haber merendado en Ichiraku.

Se dejó caer en el silla tras la mesa de la Oficina que seguía a la del Hokage.

Abrió una libreta y comenzó a repasar los escritos que habían en ella. Giró el asiento hasta quedar frente al ventanal que daba una vista al bosque de la aldea. Todo se veía tan tranquilo, que el hombre anhelaba un día de relajo en aquel lugar.

— ¿Tan decaído te encuentras por no probar mis comidas? –habló la mujer sentada frente a él.

Debido a eso, el chico dió un respingo, y la miró con curiosidad.

— Temari...–murmuró extrañado, y observó el objeto que su esposa traía en las manos– ¿Cocinaste para mí?

Ella hizo una mueca, y se acercó al pelinegro.

— Tonto. –soltó ella– No iba a gastar tiempo en cocinar sólo para tí.

Entonces la mujer arrastró la silla hasta quedar al lado de su esposo, y abrió la bandeja de la comida.

— Así que cociné para los dos. –sonrió.

Y entonces, a su propia manera, la pareja disfrutó de una "romántica" comida.

Continuará...

¿Problemática en camino? (Shikatema) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora