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El momento finalmente había llegado.

Volví a mi casa esa tarde, recibí los insultos clásicos de mi mamá, ya que había estado preocupada por haber pasado toda la cuarentena de la tarde fuera de casa. No le respondí, porque aún tenía que procesar todo lo que había aprendido ese día. El recorte de diario, el documento, las cosas que sabía Fausto. Todo resultaba demasiado para que una sola persona la procesara. Como deseaba tener a Mateo, a Laura cerca para poder contarles, pero se los contaría llegado el momento porque todo esto que estaba arriesgándome a hacer, era por ellos.

"No puedo hacer nada por usted más que encargarme de su familia." Declaró Fausto.

No pude obtener nada más que la información que me dio y las cosas tal y como me las explicó. Dentro de esta información, había un boletín publicado unos meses atrás que informaba cuales eran las infracciones que era posible cometer, cuáles eran las penas y nos llevó a pensar qué "crimen" pudo haber cometido Laura para que se la llevaran. Ya sabíamos que a Mateo se lo habían llevado por "conspirar contra el gobierno y sus benefactores". Cuando le pregunté a Fausto si él era uno de esos benefactores, no me respondió.

Quizá ya tenía demasiada información. Ya sabía cosas que podían acusar a Fausto de ser un conspirador contra el gobierno. Tranquilamente podría ir a un juzgado y presentar toda la información que Fausto me había contado, pero, ¿qué sentido tendría? Quizá por eso podría obtener algún beneficio, pero no me devolverían a Laura, a Mateo, o mantendrían a mi familia por el resto de sus vidas. Fausto definitivamente era corrupto, definitivamente era uno de esos benefactores que apoyaban al gobierno financieramente, pero quitarlo de la escena no me traería ningún bien, así que no lo hice.

En cambio, él podía hacer una llamada en cualquier momento y quitarme a mí de la escena, el chico pobre que sabe demasiado, lo cual es un peso menos en los hombros del gobierno. Cada persona que desaparece es un gasto menos y ellos pueden concentrarse más en lo que sea que estén haciendo detrás del manto.

A veces me imaginaba vestido con mi indumentaria anti epidemia color gris oscuro haciendo cosas de superhéroe, con una máscara, en donde eventualmente termino salvando al amor de mi vida y llevándola en mis brazos mientras salgo de esa niebla insoportable para siempre. Pero era una imagen ridícula, típica de las películas que veía ella o Mateo. Aún así, la imagen volvía y volvía a mi mente y cada vez que lo hacía me reía como un estúpido. Así iba por la calle camino al centro de la ciudad, riéndome como un estúpido, y al mismo tiempo muerto de miedo. Rogaba que Fausto no hiciera una llamada para deshacerse de mí, rogaba que me llevaran al lugar correcto, rogaba que no me llevaran a dar una vuelta en un auto por diez minutos y me soltaran con una multa de veinte mil pesos, o que terminara en el basural con una bala adentro de la cabeza. Todo era demasiado incierto, el plan podía tener demasiadas fallas, pero si me pegaba al guión, todo tenía que salir bien.

Era momento de comenzar el show.

Me detuve en la plaza central de Villa Keller, donde podía ser fácilmente encontrado y aprehendido. Revisé que tuviera todo lo necesario en la mochila y simplemente esperé unos minutos hasta que...

"Sección cuatro de Villa Keller, su período de aislamiento se hace efectivo a las diez horas..."

Era el momento que el período de cuarentena comenzaba en el centro de la ciudad.

"Lo primero que tiene que hacer es encender este celular. No pasa nada si simplemente lo enciende, el problema es cuando enciende la conexión de datos. El dueño de este dispositivo era un alto mando de Bienestar Social antes de que se convirtiera en un ejército de soldados. Todos los altos mandos fueron mandados a apresar cuando el gobierno se apropió de esa división. Por lo tanto, cuando lo haga, el gobierno detectará que aún hay uno suelto, y vendrán por usted. No le dirán nada, simplemente le ordenarán que se suba al vehículo y usted tampoco tiene que decir nada, porque Bienestar Social lleva cámaras y micrófonos que recuerdan todo lo que usted diga y después terminará siendo usado en su contra. Pueden incluso manipular su voz, sus palabras o su rostro. En ese momento, no dejen que escuche su voz o se vea hablando por las cámaras. Es vital que no diga nada".

EpidémicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora