❝ 𝘰𝘯𝘦 ❞

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Antes de que la noche cayera, un coche bastante antiguo nos recogió a Yeji y a mi frente a nuestra casa.

Lia estaba al volante. Podíamos verla vestida informalmente con un vestido rojo corto y una cola de caballo a través de la ventanilla. Era su traje favorito.

Al entrar al vehículo, vimos otra chica vestida con un suéter amarillo y unos shorts rosas. Yuna nos saludó energéticamente. Llevaba el pelo castaño recogido en una trenza que caía por su hombro derecho.

—Nos reuniremos con Chaeryeong y Ryujin en el club de siempre. Dijeron que tal vez llegaban un poco más tarde. —Yuna giró su cabeza para mirarnos. —Preparé las identificaciones falsas.

Yuna y yo teníamos la misma edad. Mientras que el resto del grupo había alcanzado ya la mayoría legal de 21 años, nosotras aún teníamos diecinueve. A veces teníamos que usar algún que otro truco, pero no siempre era necesario.

—No, hoy no. Úsala tú si vas a tomar, pero yo no lo haré.

—Está bien. —Dijo mi amiga girándose de nuevo.

✧˖*°࿐

—¡Hana! —Chaeryoung se lanzó a mis brazos cuando bajé del coche de Lia y me llenó la cara de besitos.

—Ah, Chae. —Me quejé. —Si me vas a besar, hazlo sin pintalabios. A ver cómo me voy a quitar este desastre que me has hecho en la cara. —Me miré al espejo y, efectivamente, mi piel había quedado estampada de marcas de los labios de Chaeryeong.

—Toma. —Ryujin, quien estaba a su lado contemplando la escena, me pasó una toallita húmeda con la que me limpié. —Ya estoy acostumbrada a esto.

Agradecí mientras el resto de chicas bajaban del auto.

Habíamos aparcado algo lejos del club, así que tuvimos ue dar un corto paseo para llegar a nuestro destino final.

Agradecía llevar zapatillas planas, porque Yeji había vendido toda su comodidad durante la noche por verse unos centímetros más alta.

Por suerte Yuna, quien llevaba unas preciosas bailarinas negras y tiene un gran aguante y elegancia para lucir tacones de hasta un decímetro, se ofreció a hacer un cambio con tal de que Yeji apartara sus quejas por unas horas.

Pronto estuvimos en el antro. Una de las razones por las que vamos ahí la mayoría de las veces es porque está abierto a menores a partir de los 18, por lo que Yuna y yo podemos entrar sin usar falsas identificaciones, a pesar de que las necesitamos para beber alcohol. Además, es un lugar discreto en una calle muy poco concurrida, por lo que no tienes que pasar por media hora de cola antes de entrar y no te agobias tanto como en otros lados.

Había luces rosadas y violetas empapando el ambiente. La música estaba a todo volumen. Mientras Ryujin y Lia iban a por las bebidas, Yeji me arrastró a la pista de baile.

✧˖*°࿐

—Ey, ¿estás segura? Puedo acompañarte. No me hace ninguna gracia que vuelvas sola a casa. Son las tres de la mañana, y ya deberías conocer bien tu barrio. —Charyeong, quien me miraba preocupada junto al resto de chicas, trataba por todos los medios acompañarme o ayudarme a llegar sana y salva a casa.

Había decidido cederle mi puesto a Ryujin en el coche de Lia, puesto que ella había bebido un poco, y su mínima toleracia al alcohol la impedía siquiera caminar, por lo que Chae no podía cargar con ella hasta el lado contrario de la calle andando.

—Nada de eso, tú lo has dicho: conozco dónde vivo. Si me acompañas, volverás sola y te perderás, entonces te pasará algo. Y no quiero que me mandéis a Yeji, que se quede a dormir con alguna de vosotras. Estaré bien sola. —Argumenté.

—Saca tu móvil. —Ordenó mi hermana dando un paso al frente. Ella sacó el suyo y comenzó una videollamada entre ambas. —No cuelgues hasta que llegues.

Suspiré y sonreí, cansada.

—Está bien. Buenas noches a todas. —Me despedí de mis amigas y giré sobre mis talones.

Había caminado ya media calle cuando me paré frente al semáforo que conecta el parque con mi barrio. Tardó unos segundos en permitirme el paso a pesar de que nadie conducía a esas horas.

La verdad es que me lo había pasado bien pero tenía ganas de dormir. Comenzaba a ver borroso, estaba cansada y se me cerraban los párpados.

Llevaba el teléfono en el bolsillo. De vez en cuando, una voz femenina preguntaba si estaba bien, y luego, silencio.

Tan solo debería cruzar la primera calle y ya estaría frente a la puerta de mi casa. No me daba miedo caminar sola, pero no terminaba de estar tranquila.

Saqué las manos de mis bolsillos por precaución.

Y enconces lo vi.

En una de las callejuelas oscuras, se distinguían dos siluetas masculinas enfrascadas en una pelea. La diferencia de altura era notable, pero el chico más bajo propinaba cada puñetazo con la energía de cinco golpes de su contrario.

En cuestión de segundos, el más alto quedó paralizado en el suelo, y el otro chico me miró.

Me debatí entre ocuparme de mis propios asuntos y en asegurarme de que no acababa de presenciar un asesinato, acercándome al hombre que yacía en el suelo, a pesar de lo arriesgado que podía llegar a ser.

Pero no me di cuenta de que la figura del otro chico estaba ahora a tan sólo centímetros de la mía.

half past five : jackson wangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora