✧˖*°࿐
—¿Te lo han dado? —Preguntó mi madre nada más abrí la puerta de casa.
—¡Sí! —Grité.
Ella vino a abrazarme con fuerza para celebrarlo.
Unos días antes me había presentado a una entrevista de trabajo para ser contratada en una biblioteca media jornada. Pagaban bastante bien, y yo quería dejar de ser una carga para mis padres, al menos mientras durase el verano.
Detrás de todas estas excusas, una parte de mi se alegraba de poder pasar al menos cuatro horas al día durante cinco días a la semana ocupada ordenando y prestando libros para liberarme un poco del peso que suponía el recuerdo que llevaba días atormentándome.
—¿Cuándo empiezas? —Preguntó al separarnos.
—Mañana, de nueve a una. Llegaré un poco tarde para la comida. —Informé.
✧˖*°࿐
Algo que me incomodó un poco del primer día fue que nadie me guió para hacer nada. Tan solo me enviaron la noche anterior un pdf sobre como prestar y ordenar libros. También me dijeron que tendría que abrir yo la biblioteca y que durante el primer turno del día suelen haber tan solo dos personas: el de seguridad, cuya jornada comenzaba quince minutos después del mío, y yo.Así que tan solo hice lo que supe. A las nueve abrí las puertas del lugar y me dirigí al mostrador de préstamo.
No sabía muy bien qué hacer. No tenía libros por ordenar ya que quien fuera que hubiera trabajado el día anterior lo había dejado todo perfectamente colocado, así que tan solo me senté en mi puesto y esperé a que alguien entrara, aunque fuera solo para mirarle y matar el tiempo.
La espera se hizo corta. Desde la ventana pude ver la silueta de alguien entrando, así que cogí los primeros papeles que pillé para fingir que estaba haciendo algo. La persona se sentó en la primera mesa frente a mi. Esta estaba algo alejada, separada del mostrador por un pasillo que se adentraba en los cientos de estanterías que contenían miles de libros.
Me daba algo de vergüenza levantar la cabeza por si estaba siendo observada, así que me tomó un tiempo echarle un vistazo.
Era un hombre. De unos veinte años, tal vez alguno más, pero no era mucho mayor que yo. Traía tan solo un cuaderno y un lápiz. Escribía. Tachaba. Volvía a escribir. Estaba muy concentrado. De vez en cuando, desviaba su mirada del papel hacia la ventana o hacia su teléfono.
Por suerte, durante las siguientes dos horas la biblioteca comenzó a llenarse, así que pude estar entretenida.
El reloj daba las 10:55 cuando el primer chico que llegó se levantó de su asiento. Guardó lo que parecía ser su cuaderno, que en verdad eran un montón de hojas apiladas, en uno de sus bolsillos. Puso las manos en sus estos y se acercó con aire despreocupado al mostrador.
Cuando levantó su cabeza e hicimos contacto visual, quedé sin aliento. No fue porque estaba ante una persona cuyas facciones parecían haber sido cuidadosamente esculpidas en porcelana y porque sus ojos negros dejaban los míos denudos ante su profundidad, sino porque era él.
Él.
Jamás le había visto con tanta claridad, y desde que le "conocí" por primera vez, no salía de mi cabeza, no dejaba de cruzármele en todos lados. Había barajeado la posibilidad de que me estuviera siguiendo, pero la descarté rápidamente.
No supe descifrar su expresión. Me observaba con indiferencia, y con seriedad al mismo tiempo.
—Te estoy vigilando, Hwang Hana. —Dijo con una voz ronca y un tono amenazante.
—Sabes mi nombre. —Afirmé.
—Tengo a mis chicos en todos lados. Cuida tus acciones.
—Estás metido en algo. Y voy a saber qué diablos es. —Lo dije casi en un susurro, pero lo entendió a la perfección.
—No sabes lo que dices. —Apoyó ambas manos en la mesa. Hice lo mismo y me levanté. —Será mejor que te olvides del tema.
Reí.
—Ni muerta.
—Estás sola. Yo nunca lo estoy. Incluso si piensas que no vengo con nadie más, siempre hay alguien. —Giró su cabeza y miró a otro chico, sentado en una esquina. Este le devolvió la mirada. No le había visto entrar. —Tú tan solo tienes a tus amigas, Lia, Yuna, Ryujin, Chaeryeong y Yeji, quien también es tu hermanastra. Vivís juntas. Y sé donde. Tengo las direcciones de todas ellas mientras que tú no sabes ni mi apellido. También las tengo vigiladas. Pero nadie saldrá herido si comprendes que hay cosas... —Con su dedo índice levantó mi barbilla. Él era más alto que yo. Ahora estábamos casi a la par. —Que no deben ser contadas.
—¿A un chico como tú le preocupa la policía?
—No es eso, y lo sabes.
Traté de sostener el contacto visual por el mayor tiempo posible, aunque sin saber qué decir. Él tenía razón, y eso me asustaba. Debería dejar de meterme donde no me llaman y proteger a mis amigas y a mi familia.
—Tú ganas. Dejaré de meterme en tus cosas. Pero a cambio, déjame en paz. Deja de perseguirme. —Mi tono autoritario hizo que desapareciera su sonrisa irónica.
—Yo no te debo nada. —Aclaró.
—¿Y yo a tí sí? —Contraataqué.
—Correcto. Y me vas a pagar lo que me debes.
Sonrío de nuevo, esta vez de medio lado. Me miró de pies a cabeza con superioridad y caminó fuera del lugar. Tras él, lo hizo el chico que había saludado antes, no sin antes pasar su pulgar por su cuello mientras clavaba sus pequeños ojos en mi con desprecio.
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half past five : jackson wang
Fanfiction❝Los delincuentes de la ciudad actúan por una única ley: la paz deberá reinar en las calles desde cinco y media de la madrugada y durante cinco horas y media❞ Hwang Hana podría simplemente haberle ignorado, pero había algo en sus profundos ojos negr...