Esta vez, cambié mi turno de trabajo a mi compañera de la noche por dos motivos: el primero era que era su cumpleaños y podría celebrarlo con su familia si trabajaba por la mañana y el segundo era que iba a comprobar si este cambio de agendas tomaría por sorpresa a mis "amigos".
Era ya hora de comenzar a guardar los libros que habían quedado fuera de su lugar y cerrar por hoy. Llamé a Yeji y conseguí convencerla de que viniese a recogerme en su coche con la excusa de que estaba demasiado cansada.
Nada más salir del edificio, las luces de un auto negro me indicaron que mi hermana me esperaba, así que me dirigí al vehículo y subí a él.
—¿Qué tal fue tu día? —Preguntó mientras yo me abrochaba el cinturón.
—La gente más interesante se concentra en las bibliotecas, o puede ser que los raros me quieran y vengan en mi turno, porque he tenido bastantes problemas. —Admití.
De camino a casa, iba contando mis batallas de hoy: dos mujeres con un grupo de ocho niños habían venido para hacer los deberes de las clases de verano y recibí bastantes quejas así que tuve que pedirles que se fueran. Un adolescente había tirado toda una estantería de CD's así que me entretuve recogiéndolos.
Todo esto bajo la atenta mirada del chico que vino ayer acompañando al pelinegro.
No quitó sus ojos de mí ni un sólo segundo. Sabía que yo sabía que él estaba ahí, y eso provocaba pequeñas risas burlonas que resonaban como un susurro entre las paredes de la biblioteca cada vez que hacíamos contacto visual.
A esto me refiero cuando hablo de gente "interesante".
Decidí no darle más vueltas, pero dicen que cuanto más temes a algo, más lo atraes. Y creéme que en ese momento nada me asustaba más que los misteriosos ojos de la persona que lo sabía todo sobre mí y de la cual yo no conocía ni su nombre.
Yeji aparcó en la plaza de garaje que había junto al río. Dimos un pequeño paseo hasta nuestra calle.
Aún no nos habíamos adentrado en esta cuando vimos tres siluetas paradas en la mitad de la acera. Mi hermana y yo nos miramos.
—Tal vez deberíamos rodear y ya está. —Propuse en un susurro.
Pero seguíamos acercándonos con paso lento.
—No veo la necesidad de hacer eso. No van a hacernos nada, no hay por qué ser tan desconfiada... Creo. Tan sólo pasaremos por su lado. —Inhaló aire sonoramente y suspiró. —Aparenta normalidad y listo.
Inconscientemente, me aferré a su brazo y seguimos caminando, algo más rápido de lo normal.
Llegamos hasta donde estaban ellos. Tratamos de pasar de largo sin siquiera mirarles, pero uno de ellos se colocó delante nuestro y dijo:
—¿A dónde vas tan rápido?
Las pisadas de los otros dos se oían cada vez más cerca. Me preocupaba que Yeji hablara y la hicieran algo, pero por suerte o por desgracia, no nos dieron mucho tiempo para dar explicaciones.
Oí el ruido de un plástico metálico encajándose con otro justo detrás de mi, acompañado por una voz sorprendentemente clara y dulce.
—Será mejor que no te des la vuelta.
Yeji me miraba de reojo y obtenía la misma respuesta por mi parte.
El chico frente a nosotras, un rubio intimidante, sonreía ampliamente, mostrando sus afilados colmillos. Si no estuviera en esta situación, diría que tiene la sonrisa más hermosa del mundo.
Se acercó lentamente a mi hermana. Sacó un objeto afilado de su bolsillo. Mientras me miraba, seguía sonriendo.
—Dame las llaves del coche. —Exigió.
—No tengo coche. —Mintió para protegerse. —Vinimos andando.
Suspiré.
—Ellos lo saben todo, no puedes mentir. —Le hice saber en tono neutro mientras los dos chicos me acorralaban.
—Parece que vas aprendiendo, Hana. —Dijo uno de ellos.
—Dame las llaves. —Ordenó impaciente el rubio.
Yeji las sacó de su bolsillo torpemente y se las entregó.
Los hombres detrás nuestro susurraron algo que no logré comprender y se lanzaron hacia mi hermana. Con los cordones de uno de ellos la ataron de manos mientras yo trataba de mantener la calma.
Estaba jodida y no era el momento de cagarla aún más.
El rubio miraba la escena con total serenidad.
—Observa. —Musitó suavemente.
El más alto puso la pistola que llevaba frente a su pecho mientras el contrario la sujetaba con fuerza.
—Si le das en el ojo te invito a comer mañana. —Propuso el más bajo.
—Venga. —Respondió el otro.
Apuntó y colocó los dedos en el gatillo.
El rubio, quien imaginó mis intenciones, me agarró con fuerza de la muñeca.
Entonces, aquel que sostenía el revólver lo accionó.
Oí primero el grito desesperado de Yeji. Después, el sonido del disparo, seguido de unas risas. Tardamos poco en averiguar que las armas eran de fogueo.
Entoncés, el chico que tantas pesadillas me había provocado estos últimos días dejó su escondite, situado en una esquina, mientras se reía junto a los demás. Sin darme cuenta, había comenzado a llorar de rabia.
La ira que sentí entonces fue indescriptible. Quería arrancarme la piel a pedazos, sacarme los globos oculares y lanzarlos lejos, donde no pudiera ver a todos esos payasos.
—Starboy, no sabes cuanto siento que no pudieras verlo de cerca, ha sido brutal. —Trataba de decir el rubio entre lágrimas y carcajadas. —Mírala, está llorando. —Me señaló.
Estallé. Corrí hacia el chico de los ojos negros, Starboy según su amigo. Balbuceé gritando todo tipo de insultos que lo logró comprender y le propiné un puñetazo en el ojo.
Él me acorraló, sin decir nada, tan sólo observándome. Entonces ocurrió lo peor.
Comencé a respirar entrecortadamente. Mis músculos se paralizaron y sentí un cosquilleo por toda mi piel. Esa ansiedad se propagó rápidamente por todo mi ser hasta apropiarse de él.
Por suerte, me desmayé.
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half past five : jackson wang
Fanfiction❝Los delincuentes de la ciudad actúan por una única ley: la paz deberá reinar en las calles desde cinco y media de la madrugada y durante cinco horas y media❞ Hwang Hana podría simplemente haberle ignorado, pero había algo en sus profundos ojos negr...