Capítulo 18

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Aarón me llamo mínimo 15 veces. También Shawn, Carter, Nash, e incluso (extrañamente) Cameron me habían mandado variados mensajes de texto que resumían la histeria que ponderaba entre mis amigos. Ya había llegado al centro de la ciudad. Caminé como loca para llegar a tiempo a la estación del tren antes de que mi transporte saliera rumbo a Colorado Springs.

Un día llevarían allí en esa ciudad perdida del Norte, me daría tiempo (aunque no mucho) para llegar a reclamar por ellos.

Mi teléfono sonó. Me detuve. "Número Desconocido". Atendí.

- Hola?- se sentían respiraciones agitadas a través del móvil. Nadie respondía, estaba por cortar y oí mi nombre. No cualquiera lo entonaba.

Era Gilinsky.

El rumor de las inhalaciones me perturbaba aún más.

- Jack? Jack! Contestame! Idiotas, sueltenlo! No tienen por qué mantenerlo allí! Los denunciaré!- gritaba como loca en el medio de la calle a un pedazo de plástico. De repente no sentí mis pies, me arrastran, me resisto, la luz era tenue. Silencio. Desaparecí.

El teléfono había caído en el callejón, la llamada ni siquiera había finalizado cuando me encontraba arañando, pateando y golpeando un cuerpo desconocido que me apresaba entre sus brazos.

Detecté cuero con mis dedos. No podían ser ellos, estaban en Colorado Springs, estaban torturando a los Jacks, estaban colocando bombas matando a media población o drogándose, vagando en una realidad paralela creada por los narcóticos.

-Jeff! Sueltala aquí! -acto seguido una escupida cayó a mi lado, después de quitarme la bolsa negra de tela que cubría mi cabeza.

"Jeff" me lanzó al suelo como si fuese basura.

- DIME A QUIÉN BUSCAS! -gritó aquel que parecía la autoridad, frente a mí.

45.

Era inevitable.

La chaqueta de cuero que vestía mi interlocutor la había visto antes. Él estuvo en la explosión de la fiesta esa noche. Él, incluso, encendió la bomba.

- Vienes por tus amigos, ah? Déjame decirte que no llegaras a Colorado Springs, no. Pero si irás con ellos.- la sonrisa maligna que se dibujó en su cara era repulsiva. Miré a otro lado, ya no lo soportaba.

Me llevaron a la rastra por un pasillo de celdas mugrientas, algunas se asemejaban a habitaciones enmohecidas por los muebles viejos y las maquinarias. Algo así como depósitos. Con que aquí nos dejarán morir, uh?

Me metieron en una de las celdas y se fueron. Capturaron mi mochila en la entrada. No tenía nada más que mi cuerpo, mi alma y mi presencia que, al contrario de servir para algo, entorpecían mi propósito y me llevaron a mi propia ruina.

Me senté en un pequeño banco a pensar, como una de mis últimas acciones a realizar, la frente entre sobre las manos como la cola entre las patas.

Extrañaba a Aaron. Sus manos, sus preciosos ojos, los abrazos que me contenían para no estallar y las sonrisas que me arrancaba a cada momento. Recordé ese momento juntos en la habitación...

Un gemido detrás de mi. Me di vuelta asustada y lo ví. Ya no era Gilinsky, el chico alto con la sonrisa que derretía a cada mujer, el de corazón tierno, que era algo bobo pero la persona más humilde y buena que existía sobre el planeta tierra. Era una cáscara. Una cáscara del humano que alguna vez, en una vida lejana a estas cuatro mohosas paredes, fue.

"Estoy en mi paraíso" leí en un pedazo de papel a su lado.

The Only Chance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora