El mejor chico del mundo.
Los síntomas sonaban como pastillas en un frasco.
Estaba arrodillado a la par de su amante el cual aún no paraba de sentir el repugnante ardor de la garganta.
-Está bien, tranquilo- ve sus lágrimas desbordando al vomitar mientras acariciaba un poco su espalda.
Malestares era lo único que recordaba de primeras, el rostro cansado y apagado de Sou nunca podría llegar a olvidarse, le partió el corazón.
Al quedar con el estómago vacío fue a dormir. Eve lo vigilaba. Los minutos corrieron y tocó la pancita del menor.-Sé buen bebé- susurró esperando que el chico mejorara.
Sabía que era difícil, a pesar de que Sou sonreía emocionado al saber que tenía su bebito, no podía mantener todos los ánimos del mundo encontrándose mal.
-Eve-kun- abre un poco los ojos viendo quién era su guardián-. Yo me esforzaré- sonríe, las mariposas del mayor le recorrieron el cuerpo, su corazón había sido forrado con alas.
-Gracias, cariño- pensó una expresión exagerada, pero moría de amor-. Yo también lo haré- rezaría porque sus sueños se pintaran de amarillo.
•°☁️
-¡Waaa! No encuentro mi suéter~...
Algo a lo que el alfa temía eran las historias de los malos humores, de histeria. Y es que era algo de lo que todo padre hablaba cuando iban a tener un bebé. Sin embargo, para su suerte Sou era sereno, tal vez en algún momento llegaría a perder el control, mas hasta ahora mantenía la misma cara pacífica de siempre.
-¿El celeste?- era su favorito, lo sabía. Esa prenda era especial por dos cosas, una, era un regalo de cumpleaños dado por él, y la otra, por alguna razón el omega solía decir que tenía el olor de su alfa, esto le mantenía reconfortado.
-E-eve-kun- tartamudeó-. ¿Y si lo perdí?
-No, no, estoy seguro de que está por aquí, ponte otro, luego lo buscaremos- beso su frente y comenzó a caminar decidido a dar un paseo.
-Decir que no importa no usarlo es casi un crimen...- rió silenciosamente al escuchar las palabras contra su espalda.
Ambos salieron a las espaciosas aceras del vecindario, era silencioso, decorado con árboles y bonitos jardines, apetecible. El caminar se estaba volviendo cotidiano.
-¿Por qué últimamente quieres salir tanto?
-Si no hago ejercicio estaré gordo- dijo pensativo-. Digo, mira, ya no está plano- se ve entrecerrando los ojos.
-Cielo, estás embarazado- sonríe, él mantenía sus actitudes niñas, tan risueño. Era hermoso.
El castaño no tenía que decir en contra.
Las flores de los cerezos eran sacudidas por las corrientes de viento, que brindaban un sonido de paraíso.
Sus cabellos se movían, bailaban por el viento, y el rebote al estampar el zapato contra el suelo, se revolvían con las hojas que iban descendiendo.
-¿P-puedo pedir algo?- sus orbes tenían esas burbujitas de compasión, no era algo a lo que podía poner resistencia-. ¡Quiero comer mochis!- las mejillas se le encendían como luces navideñas que se extendían hasta sus orejas.
Pensar que tener algún antojo podría darle vergüenza. Eve lo sabía, era el mejor chico del mundo.
•°☁
Fue cuestión de días luego de aquel paseo para que fuera mimandolo más y más.
-¿Galletas? Acabas de abrir ese helado...