°Vestidos costosos y labios cerezos° (2/2)

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Lo más encantador es el dulce tacto.

La noche estaba fría, dentro sofocante.

Como caballero que era, Araki ofreció su chaqueta al chico con ropas desabrigadas.

En las calles se reflejaban las luces, voces y automóviles como si fueran espejos. No había más ruido que la suela de sus zapatos, y sin embargo no se sentían incómodos.

Entraron al local, pagaron y se adentraron a la habitación. Tenía unas pocas y pequeñas velitas que le regaban aroma a las paredes. La gran cama se forraba de sábanas doradas, la iluminación era leve y tenía olor a sexo.

Nqrse subió primero, sus labios formaron una "o".

—Que suave— se acurruca en las telas estirando sus extremidades. Su ropa se alza dejando ver los muslos y como si estuviera modelando fotografía apasionada se siente inspirado.

—¿Empezamos?— Araki camina hacía él. Rápidamente le sonríe travieso y abre las piernas dándole lugar.

•°•🍒

La tela descendía de a pocos por sus piernas. Su remover no había sido desesperado como si se fuera a ir, fue lento y seductor.

—¿Puedo?— un niño pidiendo permisos para actos que ya estaba haciendo.

—Cuento con usted, caballero— los susurros de la ronca voz de Nqrse le vibraban en el oído para derretirse poco a poco.

Parecían ser las palabras mágicas, desde ese momento comenzó a movilizarse.
Hizo un viaje con tacto de seda por todo ese cuerpo.
Se acercó hacía su rostro, decidido a tomar los pliegues cerezos que había estado esperando desde que lo vió beber vino.

Pudo sentirlo estremecer. En los pulmones del pelirrosa se les colaba el olor de probablemente el perfume masculino del muchacho, tan adictivo como todos los aromas del género.
Se acercó algo descarado y prensó los brazos en su nuca. Presionaron más sus roces y luego dejó que Araki guiara el compás de sus lenguas.

Resuenan las respiraciones agitadas y los besuqueos.
Araki se separa y siente como su labio es prensado por las perlas del pelirrosa.

Le regala un jadeo y acarició sus mejillas.

Alto ¿Qué?

¿Cómo que acarició sus mejillas?

—¿Qué haces?

—Ah disculpa, no soy muy desenfrenado, me pongo algo cariñoso, ja...¿No te agrada?- aclaró sintiéndose todo un idiota.

¿Había alguien de "una noche" manejando las yemas de los dedos con ternura?

Que intrigante.

La noche se volvía de velas. Jugaba con la oscuridad y el calor.
Sentía como estaba sentado en la pelvis moviéndose. Sentía que las corrientes eléctricas le atravesaban el cuerpo intentando retener voces, y sentía como iba perdiéndose.

La pequeña llama fundía a sus visitantes, los fundía en el punto bajo de la claridad, los fundía en necesidad y deseo.
Donde la musa sonora no era música si no gemidos, y donde el ser uno era algo carnal, no de lindas palabras.

Estaba en su mejor forma. Los cabellos se resbalaban y sus pequeños hilos rosas iban cayendo delicados por todo su rostro. En sus ojos había un brillo cuidadoso y áspero, un color oscuro y pasional, y una ubicación perdida pero consciente.

Mas ya era hora de sambullirse en el naranja de las velas. Porque no quería estar consciente, se perdería, y sería él más descarado, pero siempre mantendría su seducción.
Que vaya, si tenía orgullo, y aún más, dignidad.

Dejó que su acompañante le guiara a su gusto cuál marioneta. Ya no podía ver su rostro, pero tampoco debía ver esmeraldas ese día, tendría que ver una gran equis roja, no más que eso en su cara.

El deseo se cumpliría, y eso sería todo.

Le sorprendió su trato, era dulce, tan dulce, como el color sutil de la miel, su fragancia empalagosa, o su sabor encantador.

Aquello no lo comprendía, sin embargo le daba gracia, y le parecía hermoso, en cierta parte hermoso.

Su mente se mancha de gotas de colores cual juego de pólvora en un cielo despejado, tiembla porque no soporta las señales que da su cerebro, porque no puede mantener el control. Y sin más, las velas le derriten.

Canta, complementa. Se entrega, luego le controla, monta, le posee, porque él debía hacerle justicia a los colores que modeló esa noche.

Siente el contacto de pieles, los roces, movimiento, calor, se sofoca, las gotas rodan en sus cuerpos, nada le importa, nada debe importar.

Lo que reflejaban sus ojos era tan puntiagudo como la mira de un gato, era tan fino como la punta de una aguja.
Era delicioso.

—Uff...— se le escapa a Araki. Supo que cumplía su cometido.

En aquella noche experimentó tanto hasta quedar sin fuerza. Tanto que el sonrojo que parecía permanente hasta las orejas le combinaba con su bella ropa.

•°•🍒

La pantalla le encandiló, eran las cinco cincuenta y cinco de la mañana.
Se estiró un poco sin hacer ruido, sintió que sus párpados le pesaban de manera monstruosa, buscando la posibilidad de dormir un poco más, pero se resistió. Fue a lavarse y intentar ponerse su costoso vestido.

Levantó un pie, mas emitió una baja queja, no iba a ser tan fácil.

—¿Necesitas ayuda?— acostado boca abajo, casi toda su cara era tapada por la almohada y estaba cobijado hasta la cintura—. Acércate— obedeció no muy convencido. El muchacho tomó su ropa con el cuidado que debía y cauteloso lo fue bajando y acomodándolo, no debía verse arrugado.

Aquello pareció un hechizo pues quitó sus dedos de la tela y Nqrse se apresuró en tomar todo e irse.

—Fue un placer, caballero— sonrió, pero otra vez había sido interrumpido al irse, ese chico de verdad era experto en intervenir.

—¿Podría volver a ver este precioso vestido?

—¿Cuál es su punto?

—¿Me concedería su número telefónico?— juega con sus palabras de cortesía, se limita a vacilar un poco.

—No regalo cosas.

—¿Tal vez por otra copa de vino?— se traza su sonrisa, Nqrse duda.

Que absurdo.

•°•🍒

HOLA HOLA

No sé, no sé la verdad •n•)9.

Cómo han estado?? Cuénteme~ Espero que bien y se estén cuidando uwu.

Tengo cierta presión por que aquí falta Urasaka, así que será el siguiente~

¿Les gustó? •^•)//

Gracias por leeer, comenten, voten, se les amaaaaa 🐧💞

🐾Me despido🐾

👼Nn~🌈

¡L O V E  M E,  D A R L I N G! [Utaite]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora