✨𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟸✨

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MATEO: SU NOMBRE

El sonido del despertador retumba en mis oídos. Con la mano busco mi teléfono en la mesa de luz para localizarlo y apagar la alarma.

Odio los lunes.

Odio el comienzo de clases.

Es el final de las vacaciones, los días libres durmiendo, tener fiestas todas las noches, y terminar las giras del verano.

Este año no lo odio tanto porque es el último de la secundaria y no va a repetirse nunca más.

Luego de procesar mi existencia unos minutos en la cama mirando el techo, me levanto para empezar el día de un nuevo año escolar.

Al mirarme al espejo, mis rulos están desordenados, mis ojos chinos y mis labios inchados. Tengo la marca de la almohada en la cara y las sábanas en parte del abdomen. Me resfriego los ojos para despertarme un poco más, y bajo a la cocina para desayunar tranquilo.

Pero cuando bajo, nada de tranquilidad.

— Mateo, ¿qué haces acá? Pensé que ya te habías ido —dice Pedro sorprendido y enojado al verme—. Ya tendrías que estar en el colegio, hijo...

Su cara es de: "Pero mira qué colgado que sos, otra vez te quedaste dormido".

— ¿Eh? ¿Qué hora es? —pregunto confundido.

— Hora de que te vayas.

— ¿Tan tarde es? —todavía dormido, no conecto muy bien las neuronas.

— Tarde no, tardísimo Mateo... Andá, salí volando... desayunas en el colegio —hace un gesto con las manos para que me mueva.

Confundido, vuelvo a subir a mi cuarto. Miro la hora y sí, es tardísimo. Me pongo la primer remera que encuentro y me cuelgo la mochila para salir.

Voy en bici para llegar más rápido. Por la hora, sé que me perdí el acto de principio de año. Tampoco era algo súper importante, es aburridísimo y el mismo todos los años.

Ya debe estar por empezar la segunda hora de clase, por lo que pedaleo a toda velocidad por la calle para no llegar más tarde de lo que ya es.

Mientras pedaleo, me acuerdo de lo que pasó anoche y sonrío.

Llegué a casa atontado por el beso de la morocha y no me podía sacar su risa de la cabeza. No me entiendo, a mí no me pasa esto. Pero de solo pensar en la misteriosa chica se me forma una sonrisa en la cara.

Busqué su Instagram para verla de nuevo pero sin saber su nombre fue imposible. Después de un rato me dí por vencido y decidí dormir, pero ni en sueños me la saqué de la cabeza. Soñé con ella.

De solo pensarlo sonrío de nuevo, no lo puedo evitar. Pedaleo más rápido a ver sí con el aire en la cara se me vuela un poco la sonrisa de boludo.

No tardo en llegar al colegio. Encadeno la bici y entro rápido en el edificio esperando no cruzarme con ningún preceptor, así no me retan por llegar tarde o me bochan.

No me cruzo a nadie, los pasillos vacíos hacen eco del silencio, ya están todos en clase. Ahora ruego que el profesor que esté en la mía sea copado y me deje pasar.

Al entrar al curso y ver a la profe de Lengua siento alivio. Es bastante pendeja, y buena onda. Ella me regala una mirada cómplice para pasar sin problema.

Primer día del último año, primera clase de la semana. Obvio, no vamos a hacer nada.

Unos charlan, algunos desayunan, otros van de acá para allá, y otros duermen en su banco.

No soy capaz de vivir sin vosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora