Buenos Aires, Argentina: Choripanes y situaciones incómodas.

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Es impresionante como mi cabeza le ha estado dando vueltas al tema durante toda la noche, como se ha desenfocado de muchas cosas importantes como el trabajo o el viaje, para enfocarse en sólo el simple hecho de que me gusta Mack.

No sé si es por la proximidad que tenemos ahora, o si ha sido antes pero es algo que no puedo ocultar más. Me gusta él.

No me gusta Mack Mcclaren, el snowboarder famoso conocido por sus escándalos y su actitud ególatra y grosera. Me gusta Mackenzie Bnnedick Mcclaren, el chico que sólo tiene miedo de que lo hieran y se aprovechen de él como siempre lo hacen, o al menos la mayoría del tiempo. El chico que le importa saber si los demás a su alrededor están bien y cómodos, el chico que cambió a favor de que todos trabajen en un ambiente mas sano y libre de tensiones. El chico que me ha tratado con mucho amor para compensar su mala actitud del principio. Aunque los dos son la misma persona, el Mack que todos conocen es muy diferente a Mackenzie, y soy muy afortunada de ser de los pocos que los ha visto.


Llegamos hace rato al Aeropuerto Internacional de Buenos Aires en Argentina, y estoy tratando de alejarme lo más que pueda para evitar alguna actitud vergonzosa que me ponga en evidencia. Según escuché, tenemos que hacer trasbordo a Bariloche, que son como dos horas, para luego hacer un trayecto hasta cerro catedral que dura alrededor de una hora y treinta minutos. En Cerro Catedral e llevará a cabo la CILS (Campeonato Internacional Latinoamericano de Snowboarding), una competencia importante para ganar puntos en el Ranking Mundial. 

Mack está distraído hablando con Jack y me pierdo en la multitud de la sala de espera, me relajo con un poco de música cuando Reign se sienta a mi lado y me alegra gratamente verlo, sobretodo porque no hemos conseguido hablar mucho por todo el trabajo que hemos hecho últimamente en las competencias.

— ¡Maya querida! — Exclama al mismo momento en que me quito un audífono — ¿Cómo estás? ¿Disfrutaste de tu vuelo? — Me guiña el ojo y yo ya estoy soltando un quejido tapándome la cara.

— Por dios, dime que nadie lo notó — Cuchicheo mientras el ríe.

— ¿Bromeas? Hasta tomamos fotos, mira — Me enseña en su teléfono las que tomaron de nosotros dos en el avión y yo ahogo un grito — Russell dijo que Mayck era más real que respirar y todos concordamos con eso, sólo mira que bonitos se ven.

Empujo sutilmente su mano — Esto está mal en todos los sentidos.

— ¿Por qué? Si desde que han empezado a hablar, Mack ha cambiado su humor, y eso nos hace fácil el trabajo ¿Eh? ¡Incluso tus ideas han quedado geniales también! 

— Gracias, supongo — Hago un gesto.

— ¿"Supongo"? ¿Bromeas? A Mack le molesta tener cámaras encima, y ahora se ríe y da entrevistas como si fuera la actriz del momento — Bromea y la imagen repentina de Mack posando al frente de una cámara con un bikini de cocos hace que me ría — ¿Lo ves? Qué lindo, apuesto pensaste en él. Le haces bien.

— ¿Puedo decirte algo?

— Adelante.

— Creo que estoy empezando a tener sentimientos por él — Confieso. Reign ha quedado estupefacto... Muy fingidamente.

— ¿¡En serio!? — Finge muy exageradamente y ya me he dado cuenta que lo sabía.

— Para, ya me ha quedado claro el gesto de sorpresa fingido — Le corto el rollo y él se ríe un poco.

— Bueno, se te nota. No le has quitado los ojos de encima, y él igual. 

— Pero tengo miedo — Susurro.

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