Notas del cap:
A ver... no es muy seguro... tal vez esto va a ir por arcos? ¿? No lo se... sino, no me hagan caso...
¡A leer!
Arco 1 ~Ave colérica~
1 - La jaula del ave
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Era el. Nadando en la oscuridad... como siempre...
—¿Me temes? —escucho una voz en la oscuridad— No deberías —sus ojos se abrieron, pero fue inútil, no había nada más que él en ese mar de sombras y penumbras; su cuerpo se tenso temeroso cuando creyó escuchar la voz detrás de sus espaldas, echando aire caliente en su oído— ¿De verdad creíste que pasaste desapercibido de la mirada de mi padre? —escucho su burla, seguido de una gentil caricia de una mano fría que lo aterro al sentirla pasar por su mejilla y bajar con cuidado hasta su cuello donde, con cuidado, el tacto frio de unas yemas de dedos se envuelven, México trago nervioso, imposibilitado a poder moverse, incluso, sintiendo un par de tirones jalando suavemente de su espalda.
No necesitaba verlo, pero sabía que eran sus alas las que, al igual que él, estaban amarradas he imposibilitadas a poder salir. Y lo odio. Odio sentir otra vez esa frustración, ese miedo de ser atacado, ese pánico de saberse imposible de hacer algo para evitarlo... simplemente, sintiendo, como si se tratase de una serpiente envolviendo todo su cuerpo, un par de brazos envolviendo su pecho, atrapando también sus brazos para que no pueda escapar
—No eres muy bueno ocultándote —escucho aquella voz con un tono burlón y recordó solo lejanamente una sonrisa maliciosa brotando de unos labios fríos, una afilada determinación brillando en unos ojos y el miedo atravesando su corazón; no por él, sino por aquellos que debía de proteger: su gente, sus estados, sus amigos... las otras aves del destino. Había mucho en riesgo, muchos peligros que él tenia que soportar en estos momentos. Atrapado en el delicado hilo que lo envuelve, puede escuchar una risa brotar de su captor—. Te propongo un trato —su tono cambia— "Elígeme" —su cuerpo entero se tensa; aquellos brazos que lo envolvían se volvieron mas poderosos, el aire comenzó a faltarle, sus ojos se cerraron en pos del dolor; apenas logro abrir uno de sus ojos, vio a Rusia delante de su rostro, sonriendo de un modo que le dio miedo—. Tengo el poder para doblegar al mundo, para que cualquiera que yo desee desaparezca de la tierra —sonrió de un modo retorcido—, te recuerdo que se el paradero de las demás aves del destino, no solo de ONU y de ti —hablo, tomando con dos de sus dedos la barbilla del latino elevándolo suavemente y que se miraran a los ojos. México tembló, aun cuando su cuerpo luchaba por alejarse de Rusia... no podía hacer nada. Su cuerpo aun dolía demasiado, sus ojos miraban con miedo el brillo maniaco de alguien como Rusia y su ser entero se estremeció cuando vio acercar el rostro del contrario para que se miraran a los ojos
—N-No —susurro bajito, con miedo de ver su determinación sádica
—Se mío —sentenció—, mi ave del destino y no hare nada contra nadie —el lo observó fijamente, detallando todas sus expresiones y movimientos— elígeme a mí y el mundo podrá ver un amanecer mas, rebosante de paz y felicidad. Pero —interrumpe—. Recházame y créeme, me asegurare que la tercera guerra mundial sea la más mortal y destructiva —México intento dar un paso hacia atrás con miedo, mas no pudo moverse de su lugar— el mundo morirá por tus alas y tu poder —amenazo antes de por fin unir sus labios contra los del aterrado mexicano que simplemente (*)
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—¡Hhhhgggg!! —abrió sus ojos sentándose de golpe, mirando a todos lados. Encuentra una habitación semi oscura, el sol apenas amenazaba con salir perezoso y lento. México respiraba con dificultad, su cuerpo aun le dolía demasiado pero una cálida mano en su pierna le hizo dar un salto; al ver en dirección donde estaba siendo tocado, encuentra un brazo con las puntas de los dedos blancas y una franja azul seguido del resto de su cuerpo en rojo, usando una camisa de tirantes y apartando lentamente las cobijas, México por fin encuentra al dueño de aquella mano que le mira con somnolencia
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La Guerra de las Plumas
Fiksi Penggemar~Es hora de la guerra~ El mundo nos miro como meros objetos de colección, otros, sin piedad nos aprisionaron Es hora de que les demostremos. Que las aves siempre volaremos en libertad Secuela de "alas"